Muchos pueden creer que la cancelación del aeropuerto de Texcoco es un hecho que pasó a la historia y que hoy, mal que bien, siguen volando aviones en el Valle de México.
Quizás una parte de la memoria colectiva sólo recuerde que la cancelación de ese aeropuerto se debió a una consulta pública tramposa y a la (jamás probada) corrupción atribuida oficialmente a las empresas constructoras, las que, por cierto, fueron indemnizadas y recontratadas de inmediato en las megaobras del Sultán. ¡Por el bien de todos… negocio redondo!
Este gobierno ofreció resolver la saturación en el de CDMX construyendo otro en donde operaba el aeropuerto militar de Santa Lucía (ahora Felipe Ángeles), el cual, sumado al de Toluca y al capitalino, no sólo evitarían los graves problemas de la aviación en el Valle de México, sino que tales inversiones satisfarían por muchos años las demandas futuras.
Finaliza el sexenio, y la aviación en esa zona está peor que antes, se ha dilapidado dinero público por más del doble de lo que iba a costar el de Texcoco, y se han tomado decisiones arbitrarias que dañan y seguirán dañando gravemente a los pasajeros y a las líneas aéreas nacionales e internacionales, y continuarán tirándose miles y miles de millones de pesos de los contribuyentes mientras persistan esas aberraciones.
Un simple decreto oficial sacó del aeropuerto capitalino la carga aérea, y fue enviada al Felipe Ángeles para tratar de darle vida, pero incluso con ese apoyo no cubre sus costos de operación, han cancelado rutas y tenido vuelos con un solo pasajero; han reducido operaciones en el aeropuerto de la capital, y sigue saturado; presta un servicio pésimo y es otra vergüenza de México ante el mundo ¡Ya no hablemos del riesgo real de una tragedia!
Por esas y otras decisiones impuestas caprichosamente, la Agencia Federal de Aviación de EEUU está reclamando al gobierno de México la violación del Acuerdo Bilateral de Servicios Aéreos, y no hay que descartar nuevas sanciones.
Esto y más, demuestra el daño hecho a nuestro país por este gobierno inepto, soberbio y corrupto, que dilapida el dinero de los mexicanos para saciar la egolatría de un enfermo mental.
El 2 de junio será la fecha para cobrarle sus fechorías a esa gavilla encabezada por el supercínico que se atreve a presumir “autoridad moral”, y darle a México un gobierno que, por fin, unifique a los mexicanos en la urgente reconstrucción nacional.
Y si las mujeres y los jóvenes son mayoría, el 2 de junio tendrán en sus manos el futuro de México.
P.D. Otra vez fui mencionado en la conferencia marranera, ahora por la exoneración judicial a Juan Collado, y se injurió y amenazó de nuevo al Poder Judicial. Reto a ese rufián a presentar en su pocilga a un catedrático prestigioso capaz de sostener que esa resolución fue ilegal.