Cuando Genaro García Luna fue detenido por el gobierno de EU, bajo la acusación del fiscal Richard Donogue de “recibir millones de dólares del cártel de Sinaloa cuando controlaba la Policía Federal y era responsable de la seguridad pública en México”, el ex presidente Felipe Calderón se limitó a desconocer las acusaciones contra su colaborador.
“Espero que se realice un juicio justo y de confirmarse las imputaciones, se aplique la ley”, comentó en su reacción oficial el ex mandatario que buscó forjar su imagen presidencial como la de un gobernante implacable contra la criminalidad.
Desde entonces ha pasado medio año y muchas controversias, sin que Calderón se deslinde por completo de un reo procesado por delincuencia organizada.
En este tiempo, autoridades estadunidenses han informado al juez Brian Cogan que poseen contra García Luna un “voluminoso” expediente con registros financieros y de propiedades, así como evidencias decomisadas y otras obtenidas mediante dispositivos electrónicos incautados.
¿Qué espera el ex presidente para condenar a plenitud la detención de su secretario de Seguridad?, ¿lo hará?, ¿colaborará con las investigaciones para que se aplique la ley?, ¿por qué no ha marcado distancia total con García Luna?
¿Cabría la posibilidad de que Calderón crea en la inocencia del ex secretario y decida defenderlo abiertamente?, ¿que acuse —como hasta ahora solo sugiere en sus pronunciamientos sobre el tema— de corresponsabilidad al gobierno de EU en la actuación de García Luna, quien operaba en coordinación con la DEA, FBI e ICE en México?
Otro escenario es que el ex secretario colabore con la justicia estadunidense, lo que le permitiría recibir ciertos beneficios, a cambio de declararse culpable de cargos menores y dar información que lleve a la detención de criminales de mayor rango. Si eso sucediera, ¿cuál sería la postura del ex mandatario?
Ante su indefinición, al haber sido su superior y defender a García Luna por años de constantes y variopintas acusaciones públicas, hechas lo mismo por miembros de su partido como por opositores, periodistas o mandatarios extranjeros como Nicolas Sarkozy, el ex presidente podría terminar siendo señalado, por lo menos, como encubridor.