De tantas tramas, personajes y escenas aportadas estos días por la industria nacional de la corrupción, tomo la anécdota de los legisladores sobornados durante las “reformas estructurales” del gobierno de Enrique Peña Nieto, quienes renombraron —según ellos jocosamente— a Paseo de la Reforma como “Paseo de las Reformas”, ya que mucho del dinero ilegal que recibieron lo usaron para comprar oficinas y departamentos en la emblemática calle de Ciudad de México.
Al cumplirse 10 años de la masacre de 72 personas ocurrida en San Fernando, Tamaulipas, fue instalada en esa misma avenida una construcción que recuerda a estas y a todas las víctimas de la migración que viajan por México hacia EU. Por ello es que la obra fue puesta frente a la embajada estadunidense bajo la proclama: “¡México no quiere ser el muro de EU!”.
No es el primer antimonumento que la sociedad civil impone sobre Paseo de la Reforma. Otro de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa mira la Torre del Caballito; uno más, por los 65 mineros fallecidos en el siniestro de Pasta de Conchos, está frente a la Bolsa de Valores, y, al pie de las oficinas centrales del IMSS, aguarda el de los 49 niños y niñas de la Guardería ABC.
Cerca del área han sido colocadas más instalaciones de resistencia que van desde la histórica matanza de Tlatelolco en 1968, hasta atrocidades recientes como el feminicidio o el asesinato del activista indígena Samir Flores.
Sobre el mismo Paseo de la Reforma se encuentra la Estela de Luz, obra fallida desde el punto de vista arquitectónico, además de haber sido construida bajo un entorno de corrupción en el gobierno de Felipe Calderón. “Esquela de luz”, la bautizó Juan Villoro, quien junto con los poetas Javier Sicilia y Eduardo Vázquez solicitaron reconvertirla en un espacio para las personas asesinadas y desaparecidas durante la llamada guerra del narco.
Paseo de la Reforma exhibe un México del siglo XXI en el que quienes volvieron la función pública un acto cínico y asesino ostentan sus bienes obtenidos de manera ilegal, mientras que otra parte de la sociedad ha usado su imaginación y entereza para transformar dicha vía en un espacio de memoria ante las infamias de nuestro tiempo.