El pasado fin de semana se celebró en el Caracol Jacinto Canek, de San Cristóbal de las Casas, un encuentro internacional de colectivos y organizaciones que resisten, sobre todo, ante despojos territoriales y violencias contra las mujeres y las comunidades indígenas.
Vinieron representantes de los pueblos Bari, Cabécares, Chamula, Chanal, Chol, Chontal, Lenka, Masewal Maya, Maya Peninsular, Misak, Nasa, Ayuuk, Mixtecos, Nahua, Nuntayi, Ñuu Savi, Otomí, Tzotzil, Bribi, Tiouka, Tojolabal, Totonaco, Zoque, Zapoteco; además de activistas de Ciudad de México, Puebla, Morelos, Guerrero, Querétaro, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Estado de México y, de manera destacada, Oaxaca.
También hubo presencia de El Salvador, Costa Rica, Colombia, Chile, EU, Guatemala, Honduras, Puerto Rico, Brasil, Chipre, Bolivia, Cuba, Ecuador, Italia, Austria, Francia, Finlandia, Suiza, Grecia, Honduras, Alemania, Kurdistán, Reino Unido y Venezuela.
Casi la mitad de los más de mil participantes habían viajado antes en una caravana que durante diez días recorrió el sur con la mirada puesta en los megaproyectos del Tren Maya y el Corredor Interoceánico. Gracias a la información puntual y el pulso directo recogido en esta travesía previa, el cónclave fue rico en análisis, discusión y organización frente a los proyectos corporativos insignia del actual gobierno federal.
De entre el océano de intervenciones interesantes, me detengo en dos puntos que anotó en la suya Carlos González, representante del Congreso Nacional Indígena (CNI):
-Ley Minera: Se manda iniciativa a la Cámara con elementos para reducir la actividad minera, al quitarles control del agua y reducir la inmensa riqueza que acumulan, pero empiezan negociaciones con empresas, sobre todo canadienses, y se cambia la iniciativa. A diferencia de otras, el presidente López Obrador no defendió esta e incluso desapareció de la escena pública los días en los que la industria minera la modificó en la Cámara.
-Luces de esperanza actual: la lucha de las mujeres en todas sus formas, aunque a los hombres preocupe que rompan vidrios y rayen monumentos; la otra luz es la luz de los Pueblos Originarios que luchan por defender el territorio.
Esas dos luces que mencionó Carlos crecieron y se juntaron un poco hace unos días en Chiapas.