Distraídos desde hace más de un año con las “corcholatas presidenciales”, muy decepcionados por el papel de la selección mexicana hace meses en el Mundial de Qatar, bailando en el Zócalo al ritmo de Rosalía o de los Fabulosos Cadillac´s y absortos en la elección del fin de semana pasado en Coahuila y el Estado de México los ciudadanos nos hemos olvidado dónde estamos y de los verdaderos problemas del país.
Escuchando todos los días al inquilino de Palacio Nacional durante casi tres horas de predica, donde él nos asegura que México va mejor que nunca, que ya se está acabando la corrupción, que la salud es como la de Dinamarca y que la seguridad está mejorando porque la transformación va en marcha; me hago y les hago a ustedes amables lectores la siguientes preguntas:
¿De verdad vamos tan bien? ¿Son los conservadores y fifís los que están en un boicot y campaña negra contra el oficialismo? ¿Será esto una estrategia y guerra de narrativas, donde el oficialismo aplica aquello de Goebbels de repite una mentira tantas veces hasta que se convierta en verdad? ¿El Gobierno de ahora es más honesto que el de antes?
Ahora que pasó la elección del Estado de México vi ésta “frase” y a manera de reflexión me encantó y se las comparto:
“La hormiga por odio a la cucaracha votó por el insecticida. Murieron todos, hasta el grillo que se abstuvo de votar”
¿De dónde surge éste resentimiento? Nunca había visto una sociedad tan polarizada. Sólo decir que donde hay odio no cabe el amor y que la ausencia de amor en la vida de cualquiera en sí ya es un infierno en la tierra.
Quien difama, miente, manipula, mata, traiciona, trafica, corrompe, daña la ecología no puede decir que ama. Puede decir que se ama hasta el desprecio de lo que no puede comprender. Pero no que ama.
Es un odio el que vemos por doquier fomentado desde el liderazgo y el discurso más importante del país y que evidentemente ha hecho mella en el ánimo y la emoción de millones de mexicanos. Sobre todo de aquellos que se sienten y con justa razón ignorados por regímenes pasados que los trataron con arrogancia e indiferencia.
No en vano vemos quemar figuras de la Presidenta de la Suprema Corte. ¿Quién anima ésta violencia? ¿Nace del pueblo bueno y sabio?
Hace unos días, un amigo y compañero me decía en una especie de debate por redes sociales que por qué tanto escándalo y alboroto; que no me preocupara, que hemos vivido cosas peores y horribles como la matanza de los estudiantes en 1968, el famoso “halconazo” de Echeverría, la devaluación del peso de 1982, el fraude de 1988, las crisis de 1994, la transición democrática del 2000, la otra crisis económica de 2008, la guerra contra el narco de Calderón, el primer gobierno de izquierda en 2018 y la pandemia de COVID 19. Y aquí seguimos vivos me decía... ¿De qué te preocupas?
¿Seguimos me quedé pensando? ¡Pues qué suerte tenemos! ¡Yo ya fui secuestrado una vez! ¿Qué decir de los niños privados de medicamentos oncológicos? ¿Qué decir de las madres de los desaparecidos? ¿Qué decir del pésimo manejo de la Pandemia en México y los cientos de miles de muertos?
Me he dado cuenta que desde el trono de las redes sociales todos somos sociólogos, politólogos, expertos en política y seguridad nacional hasta que algo nos sucede.
Le dije a mi amigo que las palabras no se las lleva el viento; y que la narrativa de odio utilizada por populistas como Chávez, Maduro, Fidel, Trump son idénticas a las de ahora. Me contestó en mayúsculas: ¡NUNCA SEREMOS COMO VENEZUELA! Lo mismo decían los venezolanos le contesté:-¡NUNCA SEREMOS COMO CUBA DECÍAN! -Y mira nada más. No hay peor ciego que el que viendo no quiere ver.
Pero a mí me encanta hablar no sólo con palabras sino con la muda elocuencia de los hechos; porque un hecho dice más que mil palabras.
Por eso a continuación describiré “los otros datos del infierno de la inseguridad” que encontré no en el último sexenio o año; sino en la última semana.
Dejo al lector sacar sus propias conclusiones.
La última semana de mayo y la primera de junio hemos vivido a lo largo y ancho del territorio nacional un baño de sangre. Uno de los fines de semana más violentos.
En Chiapas 3,500 personas dejaron sus hogares a causa de la violencia. Según los informes el 26 de mayo en el municipio de Frontera Comalapa grupos criminales detonaron explosivos, dispararon contra la población, reclutaron forzosamente a hombres jóvenes y destruyeron viviendas en las comunidades de Lajerío y Candelaria.
El saldo: 3,500 personas se vieron obligadas a huir de sus hogares, un adolescente de 15 años perdió la vida a causa de una bala perdida. Pero como diría la flamante gobernadora electa del Estado de México: ¡No se preocupen! ¡Vamos requetebién!
En Chihuahua, en el poblado de Guachochi balearon una Iglesia y se dejó un cuerpo decapitado. Se han asegurado más de 700 casquillos percutidos de diversos calibres. Fueron localizados 422 casquillos de “cuerno de chivo” y R-15, además de una granada de fragmentación. El Párroco compartió algunas fotografías donde se observa cómo las balas destruyeron los vidrios de un cuadro de la virgen de Guadalupe, además se observan algunos orificios de bala en una figura de Jesucristo que está en una cruz. Tampoco de esto se habla en la mañanera porque: ¡No se preocupen! ¡Vamos requetebién!
También en la carretera Parral-Jiménez hubo un enfrentamiento con tres muertos éste fin de semana.
En Jalisco, la semana pasada, se encontraron en una barranca los cuerpos desmembrados de ocho jóvenes secuestrados en un call center. Los cuerpos mutilados estaban envueltos en bolsas de basura. ¡No se preocupen! ¡Vamos requetebién!
En Colima se encontraron 55 fosas clandestinas y son tantos los cuerpos que los forenses llevan dos meses trabajando en el caso y no terminan aún. Pero: ¡No se preocupen! ¡Vamos requetebién!
En Guanajuato, como dice José Alfredo Jiménez, “la vida no vale nada”. Un colectivo encontró 5 fosas con muertos y contando. Pero: ¡No se preocupen! ¡Vamos requetebién!
Por último, miembros del ejército ejecutaron sumariamente en un paredón a 5 personas que son presuntos delincuentes cuando ya estaban totalmente sometidos. Los hechos fueron captados por una cámara de seguridad y difundidos en noticieros locales y nacionales. Pero: ¡No se preocupen! ¡Vamos requetebién!
Son casi 160,000 homicidios ocurridos en los primeros 5 años de gobierno. Éste sexenio se ha convertido ya en el más sangriento de la historia posrevolucionaria del país. Recientemente hemos superando a los 156 mil 066 homicidios dolosos contabilizados en los 6 años que duró el gobierno de Enrique Peña Nieto. Y superando los homicidios dolosos de la supuesta guerra contra el narco de Felipe Calderón.
Los gobernantes juraron velar y cumplir con la Constitución para garantizar los mínimos que cualquier ciudadano en una democracia debe de tener. ¿En México tenemos los mínimos de seguridad? ¿Podemos abrir un negocio en Playa del Carmen o Acapulco sin temor a ser extorsionados? ¿Nuestras hijas se pueden subir seguras al transporte público? ¿Podemos viajar seguros en carretera?
La violencia en México no tiene genero, no tienen color, no tiene partido político y tampoco tiene madre. Pero lo que no tiene madre es negarla todos los días y hacer como que no pasa nada. Los abrazos ya no alcanzan para tantos balazos. El Estado de Derecho está más chueco que nunca y a punto de quebrarse.
El crimen organizado ya incide en elecciones locales y federales; corrompe todo lo que toca a su alrededor y no se le combate de manera frontal, franca y directa.
Como dije en otra entrega: Jamás he visto a nuestro Jefe del Ejecutivo con botas de trabajo en medio de inundaciones y escombros; jamás lo he visto recibiendo a las víctimas de la violencia.
Pero sí que lo vi saludar a la madre de uno de los narcotraficantes más grandes y temidos en la historia de México y del mundo. ¿Exagero?
Me pregunto: ¿El Presidente tendrá otros datos? ¿Será que la política de seguridad es una política de inseguridad? ¿Será que desde el Palacio Nacional y rodeado de legisladores y secretarios que parecen más cortesanos no le informan de manera correcta? ¿Qué se hablará en el búnker de seguridad que tiene cada mañana? ¿Vivimos ya un Narco-Estado?
Queridos lectores: En palabras y sólo en palabras ¡vamos requetebién!. Pero en la elocuencia de los hechos vivimos los “datos del mismo infierno”.
Los datos de las personas que no vivimos en un Palacio son muy diferentes a los datos que cada mañana nos dan. ¿Tú qué datos tienes?