El partido de Chivas contra Tigres quedó plasmado por el pleito que protagonizaron Tomás Boy y André-Pierre Gignac en la cancha.
“El Jefe Boy” le recalcó varias veces al francés en repetidas ocasiones que él era “el número uno” y se fue expulsado del partido.
La pregunta que surge es ¿Quién es el verdadero número uno? La respuesta es sencilla y es Gignac.
Como periodista millennial acepto que no me tocó observar el desempeño de Boy como jugador, sin embargo, dudo mucho que fuera igual o mejor que el francés. André-Pierre ha revolucionado el futbol mexicano, su talento y habilidad está por encima del refuerzo extranjero promedio que llega a nuestro país y sus logros son una clara prueba.
Tomás Boy estuvo durante ocho años en el club y André-Pierre solo tiene cuatro, en la mitad del tiempo ha conseguido el doble de títulos que Boy, el francés tiene cuatro y Tomás sólo dos, aclarando que cuando “El Jefe” jugaba el futbol en México no era tan competitivo como actualmente.
En la actualidad están empatados con 104 goles cada uno, pero es más que obvio que en unos días Gignac va a romper esta cifra y seguramente hasta la podría duplicar.
La forma de jugar del francés, el manejo de balón, la manera de rematar, el punto fino para golpear la pelota y su liderazgo en la cancha para mí lo colocan como el mejor jugador en la historia de Tigres y por supuesto una leyenda viva de la Liga MX.
Gignac se convirtió en una marca, en un símbolo y en un ícono para la cultura tigre en México.
Todos los equipos quisieran un Gignac en su plantel.