“Y es sabido que el contagio no es nunca absoluto, pues si lo fuera tendríamos una multiplicación matemática infinita y un despoblamiento fulminante. No se trata de ver las cosas negras. Se trata de tomar precauciones”. Así discurren los diálogos en la novela “La peste” de Albert Camus.
Para el protagonista central, el doctor Rieux combatir la pandemia de peste con todos los medios a su alcance le permitía enaltecer los principios hipocráticos que todos los médicos están obligados a cumplir. Principalmente aquel que dice:
“En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia”.
En México entender la pandemia es un ejercicio complejo, sobre todo desde la trinchera antropológica y psicosocial que nos obliga a preguntarnos (desde la responsabilidad ciudadana y centrada en el “yo” psicoanalítico), dos cuestiones trascendentes:
¿Qué depende del gobierno para que estemos bien? y ¿Qué depende de mí/nosotros para que el gobierno haga su mejor trabajo?
En las últimas décadas los gobiernos neoliberales fueron cómplices de que el perfil epidemiológico en el país cambiara.
De pasar de enfermedades infecciosas (como problema de salud pública) a enfermedades como la obesidad, diabetes, cardiovasculares y otras enfermedades crónicas transmisibles relacionadas con la nutrición según el estudio:
“Obesidad en México, Recomendaciones para una política de Estado (2012)”, publicado por la UNAM fue la constante.
Siendo honestos el virus encontró en México una sociedad enferma, diabética, hipertensa y poco responsable.
Si a esto le sumamos que siete de cada diez mexicanos padecen de obesidad-después de la India y EE. UU.-, la situación es poco halagüeña donde casualmente estos países tienen junto con México la prevalencia más alta de muertes por COVID por cada 100 mil habitantes y ante la crisis debemos replantearnos un cambio profundo.
Esta reflexión a propósito de un libro que empieza a circular contra el Subsecretario López Gatell donde se ataca la estrategia desde los números y no desde un todo “holístico” donde cada mexicano también es corresponsable de las calamidades que padecemos como sociedad.
Sobre todo, los que siguen de fiesta valiéndoles madre las políticas de prevención.
A reserva de leer el texto para encontrar la antítesis de una campaña orquestada por la oposición contra el Subsecretario López Gatell a cargo de Laurie Ann Ximénez-Fyvie, estoy convencido que falta un análisis “fenomenológico” de la pandemia desde la responsabilidad heredada para entender sin filias y fobias como un diminuto virus se hospeda con tanta facilidad, en el organismo del mexicano.
@CUAUHTECARMONA