El partido fundado por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador obtuvo importantes lecciones en las elecciones del pasado 1 de junio en Durango y Veracruz, como lo afirmé en mi entrega anterior.
Para la oposición, MORENA perdió y sufrió un retroceso. Argumento falaz que, con inteligencia, han desestimado sus dirigentes Luisa María Alcalde, Carolina Rangel y Andrés Manuel López Beltrán, presidenta, secretaria general y secretario de organización.
Los opositores se ufanan en afirmar que MORENA es vencible. Nada más tautológico. Simples y echadores.
Lo más importante y aleccionador es observar cómo el PRIAN hará todo lo posible por ganar gubernaturas, diputaciones federales, alcaldías y congresos locales.
Poco importa que se utilicen medios ilícitos y antidemocráticos: lo esencial es arrebatar elecciones, como ocurrió en la capital de Durango, valiéndose del fuego amigo y de errores internos. Amenazas que, sin duda, están más que diagnosticadas.
Sin embargo, la falta de autocrítica y la complacencia interna pueden costarle a MORENA la consolidación del segundo piso. Porque el enemigo no solo está enfrente, sino también adentro. Hoy, hay quienes ven en la política no una vocación, sino una oportunidad de negocio y de transa.
Me refiero a los “neomorenos” o “morenos claros”, que arribaron desde otras fuerzas políticas con oportunismo y destreza de trapecistas.
Muchos de ellos, ayer aplaudían a Calderón y a Peña Nieto; hoy, se presentan como grandes transformadores, pese a sus pasados impresentables, plagados de corrupción, señalamientos de vínculos con el narco y relaciones con figuras innombrables.
Eso sí, están más que listos para competir por las candidaturas de 2027… cueste lo que cueste.
Esos personajes no vienen a construir el segundo piso de la Cuarta Transformación. Vienen a ver qué se pueden llevar.
Lo más grave: fingen estar con el pueblo y con la austeridad, pero sus vidas están marcadas por lujos, excentricidades y patrimonios indefendibles ante la Unidad de Inteligencia Financiera o la Secretaría de la Función Pública.
Hoy más que nunca hay que recordar que, como afirmaba Enrique Dussel, la política auténtica no se legitima por su eficacia ni por la permanencia en el poder, sino por su responsabilidad con los más necesitados: los desposeídos, los excluidos y los marginados.
Cuando los fines del poder dejan de estar al servicio de ellos, se traiciona no solo un proyecto histórico, sino también su fundamento ético más profundo.
Lo de 2018 fue el inicio de un largo camino. Lo de 2024 es una etapa transicional. Pero 2027 será definitorio.
Si Morena permite que los vicios del viejo régimen gobiernen desde dentro —aunque vistan chaleco guinda—, el movimiento se degradará como tantos otros.
El PRD también se decía de izquierda.
El PRI hablaba de justicia social. El PAN invocaba valores. Todos terminaron por traicionar sus principios.
La avaricia por el poder los volvió locos. Los transformó. Y de eso hay que curarse en salud…
Continuará…
@CUAUHTECARMONA