Ayer celebramos el día de la libertad de expresión con motivos para hacerlo.
Nunca las expresiones de todo mexicano han retumbado tanto pues en la libertad de comunicarnos a nuestras anchas, tenemos cada uno formas distintas de ser y estar en tiempos turbulentos.
La independencia de pensar y expresar lo que a cada uno se le pegue la gana es hoy una garantía en un país de libertades.
En el pasado ignominioso de tiempos priistas-quien osara manifestarse contra el régimen-, era acallado y hasta desaparecido.
Para los medios informativos, RTC era una oficina de censura y control.
Esa libertad conquistada, desafortunadamente en tiempos de la “pos verdad”, mal utilizada daña el espacio y el entorno público.
Algunos desde el anonimato y otros desde el resentimiento, son amantes de la difamación y la calumnia donde ejércitos de trollers y bots tratan de contralar y manipular la conversación publica con siniestras intenciones. Madrear al oponente por pensar distinto es la consigna.
Desplazar el diálogo, la discusión y la esgrima discursiva es lo de hoy. Lo importante es el ataque sin dialogo para desprestigiar al oponente sin lógica y criterio.
Enlodar y tiznar se ha vuelto para muchos un deporte nacional en una red interconectada donde cada uno puede escribir, decir, gritar, etc., en libertad mientras no se ralle en la mentira y la calumnia.
Sin embargo, el atropello a la misma se da cuando no se garantiza y persiste el acoso contra periodistas, comunicadores o líderes de opinión por la masa colectiva que impregnados de parcialidad y de una enfermiza critica deslegitiman y agraden al contrario sin espacio para el debate por las ideas y opiniones ajenas.
Sin duda las nuevas tecnologías y sus herramientas de comunicación están cambiando las reglas de comunicarnos entre sociedad y gobierno y, entre una nueva sociedad que duerme y despierta con un dispositivo móvil.
Que construye y alimenta una realidad virtual, realidad que impone y define nada más ni nada menos que la agenda política y pública. Lo leí en Twitter, lo vi en Facebook o en cualquier portal con filias y fobias.
Estoy convencido que la conversación (donde siempre hay información), pone en funcionamiento un profundo y complejo proceso de construcción y asignación de sentidos entre ellos, el derecho a discrepar y disentir el cual debe estar basado en el respeto y en la verdad.
Lo demás, es asfixiar la expresión por la calumnia, la difamación y las noticias falsas dentro de nuestra cotidianidad informativa.
Viva la libertad de expresión y el respeto.
@CUAUHTECARMONA