Política

Hay de rayas a rayas

  • Hacha y machete
  • Hay de rayas a rayas
  • Cruz Amador

¿Qué pensará un político cuando ve que durante una manifestación rayan paredes, casas o monumentos? ¿Acaso ve los actos y dice: «¡Joder, una raya más y el sistema colapsará!»?, o: «¡rápido, debemos cambiar todo antes de que los monumentos queden bajo tinta!».

No.

Y no crea que estoy en contra de las manifestaciones o de exigir a grito tendido o en un silencio de muerte cambios/explicaciones/respuestas a la clase política o a las expresiones de resistencia. Estoy totalmente a favor de presionar en pro de los oprimidos, yo mismo lo he hecho.

Pero sí que tengo problemas con las pintas porque «revolución social» o como parte inseparable de la inconformidad del pueblo.

No me imagino a ningún político a nivel nacional, estatal o municipal limpiando las rayas protestantes como castigo a sus actos o diciendo en algún discurso solemne: «Debido a todas las pintas que vimos en las manifestaciones en los pasados días hemos decidido trabajar por el pueblo ahora sí y dejaremos de ser la basura y la carga que hemos sido».

No he visto a militares o autoridades de alguna institución de rodillas o haciendo espuma para quitar las manchas, o con recogedor y escoba en mano para limpiar lo que va dejando la marcha tras su paso.

Imagine a Cienfuegos de rodillas, en camiseta —estilo Forrest Gump—, fregando la suciedad y tratando de repasar los tipos de mole que hay en el país. Es bonito pensarlo, pero no pasará.

La idea de que las paredes son la imprenta del pueblo es muy bonita, pero no deja de ser una idea romántica: el pueblo raya y el pueblo borra; son los trabajadores de limpieza, que por lo regular no tienen ni voz ni voto en las decisiones gubernamentales, ni en el alza de la gasolina ni en las desapariciones — como no lo han hecho creer, ¡malditos!—, los que ponen a recoger, pintar y lavar lo que deja la manifestación.

No sé a usted pero a mí me suena a círculo: un ciudadano de a pie, enojado y con convicciones fuertes, raya edificios en un momento de fuerza y empuje social, y otro ciudadano de a pie, enojado y frustrado por su trabajo y las deudas y el poco salario, limpia. Nos movemos dentro de una tautología infinita.

Adiós a La Changa

Voy a utilizar este espacio para aplaudir la decisión de remover el nombre de Gustavo, La Changa, Díaz Ordaz. Me uno a los que afirman que los actos del habla, el nombrar, también es una forma de vivir en el colonialismo, de participar de él y de alimentarlo. Si lo mencionas, está vivo.

Y no es que se busque que nadie recuerde al ex presidente, el acto de remover las placas es más un deber civil, es para no honrarlo y no tomarlo como punto de referencia alguno en la vida cotidiana.

Claro que se debe recordar a Díaz Ordaz, a Echeverría, pero se les debe dar su lugar, un espacio dedicado a personajes non gratos, no hay que olvidar los actos atroces que cometieron ni los desplantes con que trataron a las víctimas.

Removerlos de las calles es un punto a favor, olvidarlos no. Nunca perdón ni olvido.


[email protected]

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.