En México, la cultura de los debates entre las y los candidatos presidenciales es reciente. Su aparición se liga principalmente a la evolución del proceso de transición a la democracia.
Si bien a estas alturas, nadie puede negar que el debate se ha convertido en una herramienta para el ejercicio del voto libre e informado. Para las candidatas y los candidatos de oposición, el debate es uno de los momentos más significativos del proceso electoral.
Resulta ser “la gran oportunidad” de llevar de manera masiva su propuesta de trabajo, alternativas y posibles soluciones al electorado.
De la generación de un servidor (chavos rucos) hacia arriba, hablar de debate político nos lleva inmediatamente al recuerdo del primer debate presidencial de 1994, entre Fernández de Ceballos, Zedillo, y el Ing. Cárdenas.
A partir de entonces, el ejercicio entre candidatos de todos los niveles ha evolucionado y a su vez, se volvió una práctica.
Desde mi particular experiencia en pasados procesos electorales, la importancia del debate toma relevancia cuando existe un proceso cerrado, y más aún, cuando el escenario es sólo entre dos.
En otras palabras, los debates sí pueden definir elecciones, específicamente en un contexto de una competencia electoral cerrada.
Para antes de analizar lo sucedido durante el primer debate organizado por el IEPC en Jalisco, destaco lo siguiente:
· Según la mayoría de las encuestas realizadas por empresas serias, en Jalisco la elección no se encuentra cerrada, de hecho, todas coinciden en una amplia ventaja de Pablo Lemus como candidato de Movimiento Ciudadano sobre Claudia Delgadillo de Morena, dicha ventaja no menor a 9 puntos.
· No obstante, estadísticamente se puede afirmar que no es una elección cerrada, resulta importante reconocer que sí es una elección entre dos. La candidata del PRI, PAN y PRD se encuentra muy alejada de la zona de competencia electoral.
Dicho lo anterior, y ante la esperada pregunta ¿quién ganó el debate? la respuesta inmediata que se viene a la mente es, la decepción. Explico:
1. Lemus hizo su parte. Como candidato que va en caballo de hacienda, se concentró en presentar propuestas concretas y viables, mismas que han sido resultado de los “Diálogos Ciudadanos” que, bajo un modelo de gobernanza, se han realizado en diferentes foros temáticos.
2. Laura Haro, también hizo su chamba. Se le observó seria, tranquila, crítica del gobierno federal, y con propuestas de solución específicas. Empero, se dice orgullosa de los partidos que la impulsan que al final, son su principal lastre.
3. Claudia Delgadillo, dejó ir la gran oportunidad. En términos de analogía futbolera, se metió autogol. A saber:
· Unas de las grandes críticas que he observado al proyecto de Claudia, es que no tiene vida propia. Carece de propuestas claras y definidas para resolver los problemas públicos específicos de Jalisco con los propios actores de Jalisco.
· Se relaciona su proyecto político con uno de tipo entreguista. El cual, busca regresar al poder del Centro, lo que en Jalisco ha funcionado bien como la política de salud y educación entre otras.
· Ante este escenario, su estrategia se centró en el ataque más que en la propuesta. Y en relación con esta última, “Dios mío”, su fortaleza en temas torales como de Seguridad, la basa en la coordinación con el gobierno federal.
A manera de reflexión, si bien para atender el problema de la inseguridad resulta clave la coordinación intergubernamental, la experiencia nos dice que no es suficiente.
¿Acaso Michoacán y Guerrero se encuentran mejor? ambos son gobernados por Morena, y no solo se coordinan, sino que han entregado la política seguridad al orden federal.
Regresando a la analogía futbolera, pareciera que Claudia Delgadillo en el pasado debate, mostró grandes habilidades para meterse autogol.
Resulta que en tierra de chivistas y rojinegros reveló más simpatía por defender los intereses de equipos de la capital. Imagínese usted, poniéndose la camiseta del mismísimo América.