Irma Serrano (1933-2023), un ícono, un emblema del cine mexicano ranchero. El mito de la mujer valiente, entrona, poderosa, sensual y hasta política.
A propósito, evito describir a esta mujer con esa palabra tan de moda:‘empoderada’, porque la ‘Tigresa’ nunca necesitó de esos ingenios lingüísticos para destacar, para que la gente se fijara en ella, para causar polémica y para hablar ‘sin pelos en la lengua’.
Tuvo un porte muy llamativo: siempre enfundada en telas lujosísimas, pieles y joyas. Un rostro único: un lunar (pintado o no), una nariz respingaday en los labios carnosos siempre llevó un tono rojo.
Mujer de piedras preciosas —siempre diamantes— un par de ellas, incrustadas en los lagrimales. Las diminutas rocas hacían destacar el color de sus ojos delineados, las cejas maquilladas de manera dramática y de sus grandes pestañas de estridentes, como de ‘araña’.
Rostro y cuerpo fotogénico en tanta fotonovela de citas. Una Venus de fuego, una Naná. Todo un estuche de monerías: chiapaneca, política, vedette, actriz de cine, de teatro y de telenovelas, cantante de ranchero—intérprete única de La Martina—, enemiga íntima del Santo, el Enmascarado de Plata, una de las musa del pintor Diego Rivera y némesis absoluta de la actriz María Félix.
La escritora Elisa Robledofue la biógrafa de cabecera de Irma Consuelo Cielo Serrano Castro. Escribió toda la vida obra, amantes y amores, actividades, en los libros A calzón amarrado (1978); Una loca en la polaca (1992) y Sin pelos en la lengua (2009). Hoy agotados.
Senadora de la República por el PRI, representante del ambiente artístico y, sí, en pleno sexenio de la mojigatería sesentera, amante de un –tirano—expresidente; así como acompañante social de los actores de moda en aquellos anquilosados y terribles tiempos de la persecución estudiantil.
El intelectual Carlos Monsiváis, en “Entre apariciones de la Venus de fuego. Irma Serrano”, publicada para “Él. La revista joven” (1973), escribe: “Irma Serrano es su iconosfera: miles de fotos que subrayan la índole del personaje, portadas donde sobresale un lunar, Irma tendida sobre una piel de tigre, la ineludible expresión desafiante al cantar La Martina. Y es su contorno: rumor, exageración, asombro, admiración, burla encomiástica, desprecio, vasta curiosidad. Es –seamos jerárquicos– un fenómeno comercial y luego un escándalo social y un desconcierto (artificiosamente) moral y una provocación (ciertamente) sexual”.
A manera de despedida, la cantante Alaska escribe a: “Adiós a la incomparable Irma Serrano, ídola máxima, irrepetible, única. Cantante, actriz, empresaria teatral, discípula de AntonLaVey, psico maga junto a Jodorowsky, política radical… DIOSA”. (Instagram) A saber: ¿cuál habrá sido el destino de la cama histórica de Maximiliano y Carlota?
Celeste Ramírez