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La seducción

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  • Carlos A. Sepúlveda Valle

Robert Greene en el libro El arte de la seducción sugiere algunas estrategias para manipular, controlar y doblegar la voluntad de los demás de “manera amable”. En la parte relativa al proceso de la seducción sostiene que la seducción es un proceso que ocurre en el tiempo y es un arte que requiere paciencia, concentración y pensamiento estratégico, además de que siempre se debe estar un paso delante de la víctima, ya sea escandalizándola, hechizándola o descontrolándola.

En el capítulo “Usa el diabólico poder de las palabras para sembrar confusión” señala que el truco para que la gente escuche tu mensaje es decirle lo que quiere oír, llenarle los oídos con lo que le agrada ya que esa es la esencia del lenguaje de la seducción. La clave del lenguaje está en ver las palabras como un instrumento no para comunicar ideas y sentimientos auténticos, sino para confundir, deleitar y embriagar.

Señala que la diferencia entre el lenguaje normal y el lenguaje seductor es como la que existe entre el ruido y la música, el ruido es una constante en la vida moderna, algo irritante que dejamos de oír si podemos, en cambio, la música es seductora y cala en nosotros ya que su fin es el placer, aconseja que para hacer música en vez de ruido se deben decir cosas que complazcan: cosas que se relacionen con la vida de la gente, que toquen su vanidad, decir cosas ingeniosas y entretenidas o que hagan parecer brillante y esperanzador el futuro.

Afirma que las promesas y los halagos son música para los oídos de cualquiera, ese tipo de lenguaje está ideado para motivar a la gente y reducir su resistencia, es un lenguaje ideado para ella, no dirigido a ella.

El halago es lenguaje seductor en su forma más pura, su propósito no es expresar una verdad o un sentimiento genuino, sino únicamente producir un efecto en el receptor. Respecto de las promesas, a veces lo más agradable al oído es la promesa de algo maravilloso, un futuro vago pero optimista apenas a la vuelta de la esquina, el seductor debe ajustar sus palabras dulces a los problemas y fantasías particulares de sus objetivos, pero nunca debe decir cómo se lograrán esos sueños ya que solo debe hablar como si mágicamente ya existieran.

Esas emociones que se intenta despertar deben ser intensas, de ahí que sugiere no hablar de amistad y desacuerdo sino de amor y odio, para lo cual es crucial tratar de sentir algunas de las emociones que se desea suscitar ya que de esa manera será más creíble, lo que no debería resultar tan difícil a un seductor ya que antes de hablar debe imaginar las razones para amar u odiar, y de ser necesario basta pensar en algo de tu pasado que te llene de rabia.

El seductor debe aprender las lecciones de repetición y afirmación del hipnotista ya que son elementos claves para dominar, la repetición implica el uso de las mismas palabras una y otra vez, de preferencia se debe utilizar un término de contenido emocional ya que la simple repetición de ideas puede bastar para implantarlas de fijo en el inconsciente de la gente y producir ese efecto hipnótico.

Aconseja hacer de la voz un instrumento, educarla para que sepa comunicar emociones, aprender a parecer sincero, la meta del discurso seductor suele generar una especie de hipnosis: distraer a las personas, hacerlas más vulnerables a la sugestión para lo cual se debe utilizar un lenguaje afirmativo, activo, lleno de verbos, imperativos y frases cortas.

La forma más antiseductora del lenguaje es la discusión, y una manera superior de hacer que la gente escuche y se convenza es el humor y un toque de ligereza.

La mayoría de la gente emplea el lenguaje simbólico porque sus palabras representan algo real, sentimientos, ideas y creencias que de verdad tiene, o representan cosas concretas del mundo real, en cambio un seductor debe usar lo opuesto: el lenguaje diabólico (separar palabras y realidad), sus palabras no representan nada real, su sonido y los sentimientos que evocan son más importantes que lo que se supone que significan.

Entre más logres que los demás se concentren en tu dulce lenguaje y en las ilusiones y fantasías, más se disminuirá su contacto con la realidad, hay que subirlos a las nubes, donde es difícil distinguir la verdad de la mentira, lo real de lo irreal, y utilizar palabras vagas y ambiguas para que la gente nunca sepa lo que quieres decir, envuélvelas en un lenguaje diabólico y no podrán fijarse en tus maniobras ni en las posibles consecuencias de tu seducción, y entre más las pierdas en la ilusión, más fácil será descarrilarla y seducirla.

¿Quién es en México el número uno que utiliza este lenguaje?


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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