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Desarrollo doctrinario

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  • Carlos A. Sepúlveda Valle

La planeación del desarrollo se incorporó en el Plan Sexenal 1934-1940 de Lázaro Cárdenas, en los sexenios subsecuentes no se siguió ese mecanismo metodológico ni ese modelo económico; Miguel de la Madrid, como secretario de Programación presentó un Plan Global de Desarrollo en 1980, y en 1982, al inicio de su presidencia, se elevó a rango constitucional la planeación y la obligación de expedir un Plan Nacional de Desarrollo.

Los seis planes que se han aplicado no cambiaron mucho las condiciones pobreza ni de desigualdad pero fueron documentos serios en los que se reconocía una realidad que esos gobiernos proponían transformar a través de programas y acciones concretas, no fueron libros llenos de discursos simplistas, dogmáticos, doctrinarios, y tampoco ofrecían el paraíso al final de esos sexenios.

El Plan 2019-2024 está conformado con una visión dogmática, se repiten las frases y los temas que LO ha repetido hasta el cansancio, en el primer tema que aborda se dice que la corrupción es la característica más destructiva y perniciosa de los neoliberales mexicanos, que la corrupción fue extendida y convertida en práctica administrativa regular y que ha sido el principal inhibidor del crecimiento económico.

En lugar de elaborar un diagnóstico serio, proponer acciones realistas y fijar metas mensurables, lo que hizo fue incorporar frases sobadas: “no a un gobierno rico con pueblo pobre”; “al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”; “por el bien de todos, primero los pobres”; “no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera”, y similares boberías que no aportan seriedad ni rigor a un documento en el que supuestamente se debe fijar el rumbo del país durante seis años.

En materia económica se afirma que el objetivo de la política económica no es producir cifras y estadísticas armoniosas sino generar bienestar para la población; que el mercado no sustituye al Estado, y otras sandeces: “durante décadas la élite neoliberal se empeñó en reducir el Estado a un aparato administrativo al servicio de las grandes corporaciones y un instrumento coercitivo en contra de las mayorías”.

Una característica de este Plan, y en general de las políticas obradoristas, es su marcada visión estatista, se reitera que el Estado recuperará su fortaleza como garante de la soberanía, la estabilidad y el Estado de Derecho, como árbitro de conflictos, como generador de políticas públicas coherentes y como articulador de los propósitos nacionales (igual que en los discursos del sexenio echeverrista).

En los capítulos subsecuentes del Plan se abordan otras cuestiones con el mismo lenguaje ligero y populista, pero resulta todo un poema a la grandeza mexicana la redacción del epilogo.

Bajo el título “Visión de 2024”, el presidente anuncia que el país estará creciendo a un 6 por ciento anual, más del doble que el crecimiento demográfico, que se habrá alcanzado el objetivo de crear empleos suficientes para absorver la demanda de los jóvenes que se incorporan al mercado laboral, el desempleo será mínimo, la nación contará con una fuerza laboral mejor capacitada y con un mayor grado de especialización, ningún joven quedara fuera de la educación superior por falta de plazas, “y ninguno estará condenado al desempleo, al subempleo o a la informalidad”.

Además, asegura que los salarios habrán recuperado cuando menos el 20por ciento de su poder adquisitivo; el mercado interno se habrá fortalecido y habrá una mejor distribución de la riqueza y del ingreso; nadie padecerá hambre, la pobreza extrema habrá sido erradicada, no habrá individuos carentes de servicios médicos o de medicina, los adultos mayores recibirán pensiones justas y podrán vivir sin estrecheces materiales.

Según el presidente en el último año del sexenio habrá cesado la emigración de mexicanos al exterior por causas de necesidad laboral, inseguridad y faltas de perspectivas, la población crecerá de manera mejor distribuidos en el territorio nacional, y millones de mexicanas y mexicanos encontrarán bienestar, trabajo, horizontes de realización personal en sus sitios de origen, desarrollando su vida al lado de sus familias y arraigados en sus entornos culturales y ambientales.

El presidente decreta que en el 2024 la delincuencia organizada estará reducida y en retirada, que los índices delictivos se habrán reducido en 50 por ciento en comparación con los del 2018, que México habrá dejado de ser la dolorosa y vergonzosa referencia internacional como tierra de violencia, desaparecidos y violaciones a los derechos humanos.

Qué bueno que el presidente ofrezca en su Plan de Desarrollo crecimiento económico, desarrollo regional, mejores salarios, pleno empleo, salud universal, educación para todos, justicia social, bienestar general y felicidad para todos los mexicanos; qué malo que muchas de esas promesas no las podrá cumplir; y qué engaño pretender gobernar con puro voluntarismo y discursos demagógicos.

Proponer metas irreales con argumentos doctrinarios y dogmáticos no es razón suficiente para alcanzar un mejor desarrollo nacional.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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