Gonzalo Hernández Licona es de esos funcionarios de los que deberíamos tener a montones. Serio, capaz, sin afanes inútiles de protagonismo, eficiente.
Desde hace muchos años ha sido fundamental para construir una institución clave para la elaboración de políticas públicas: el Coneval, que observa y evalúa los programas sociales.
Por como es Gonzalo y la importancia del Coneval habría que tomar muy en serio lo que publicó en Animal Político a finales de la semana pasada, donde advertía que el consejo podría dejar de operar en los siguientes días. ¿Por qué? Por austericidio.
Lo cito: “Desde hace un par de meses las secretarías de Bienestar y Hacienda piden, adicionalmente a los recortes iniciales, que se eliminen todas las Direcciones Generales Adjuntas y que se haga una reducción adicional de 20% de plazas de estructura. Además, la Secretaría de Bienestar reservó (no podemos usar) presupuesto para contratar estudios e investigaciones (proyectos de evaluación, que son la razón esencial del Consejo) por 48.7 millones de pesos, lo que representa 49.2% del total autorizado en dicha partida. Ante esta situación, el CONEVAL hizo una propuesta para aplicar los recortes, de la cual no se tuvo respuesta, ni la posibilidad de reunirnos para lograr un acuerdo. Otras instituciones sí han logrado hacer contrapropuestas de austeridad.
“Estos ajustes implicarían que la institución prácticamente deje de funcionar en las próximas semanas...”.
Y sigue: “En estas semanas nos hemos rehusado a hacer los recortes de esta manera y hemos propuesto diversas alternativas para apoyar las medidas de austeridad, pero sin afectar tanto a la institución. La respuesta ha sido que no nos dejarán contratar al personal eventual (¡144 plazas, 69% del total del personal!) si no hacemos dichos recortes”.
La Secretaría de Bienestar respondió al secretario ejecutivo del Coneval con un comunicado con lenguaje del siglo pasado…” Ante opiniones vertidas en medios de comunicación…” en que no dijo demasiado en concreto más que, según ellos, el Coneval es lo máximo.
Pero no puedo dejar de pensar —a veces soy mal pensado— que no hay nada mejor para quien hace la nueva política social, que debilitar a quien la evalúa.
@puigcarlos