Martín Almádez, tapatío y escritor, anuncia la creación de la fundación Cultura en Movimiento, apéndice del partido Movimiento Ciudadano, para promover y apoyar proyectos culturales.
Reúne bajo su sombra a “pintores, actores, fotógrafos, escritores, directores y productores de cine, artesanos, muralistas, escultores, bailarines, coreógrafos, museógrafos, restauradores, críticos estudiosos del cine y críticos de arte plástico, investigadores, académicos, inversionistas, empresarios, políticos, activistas de asociaciones civiles, servidores públicos, líderes sindicales, artistas urbanos, cómicos, representantes de los tres órdenes del gobierno, miembros de comunidades religiosas, directivos universitarios, gestores culturales, miembros de comunidades indígenas, periodistas”, actores que quieren sostener y desarrollar la cultura y el arte jaliscienses; ahí están anotados casi todos los que creen que el arte y la cultura son un valor universal.
Dicen que Martín es un buen hombre, uno de buena visión. Hay que darle el beneficio de la duda.
La creación de esa fundación, ¿no sería mejor, fundición?, me parece, tiene otra función: desviar la tensión que se ejerce sobre la Secretaria de Cultura, Giovana Elizabeth Jaspersen García, con salario de 137 mil pesos mensuales en la nómina.
¿Cuánto gana Martín?
Así, Giovana seguirá jugando al rescate de las lenguas indígenas y la cultura de los pueblos atrasados, o emergentes, según la clasificación del neoliberalismo.
Una joven que juega a las muñecas vivientes para rellenar algún hueco existencial pendiente.
Y Martín, por instrucciones de su superior inmediato, con su sonrisa presta, su actitud que me recuerda a un personaje de Woody Allen, amortiguará la tensión, salvando a Giovana del atosigo de los que le piden cuentas como Secretaria de Cultura en razón del salario que (no) devenga con el trabajo que hasta ahora no se ve reflejado
Una fundación que sólo es una fachada, un muro de contención que efectivamente salvará a la Secretaria para que ella siga brillando con su belleza juvenil en los eventos.
Pero Martín, que es todo un burócrata de la cultura, como lo ha demostrado desde que el partido del actual gobernador ganó la presidencia municipal, apechugará con esa buena fama que le persigue como su sombra, para capotear la inutilidad del Estado como impulsor y sostén de la cultura.
De veras, lo que pasa en Palacio de Gobierno en relación a la cultura carece de importancia. Se sabe qué hacen porque manejan los medios de comunicación (¡bendita publicidad oficial!) que le ponen más espuma de lo que es a la medianía, ya que la cultura y el arte no están en Palacio de Gobierno ni en el edificio Arroniz, ni la representan la señora Jaspersen ni Almádez.
