Si esto no afectara notablemente al buen desarrollo económico político, moral y cultural del estado, me importaría un cacahuate lo que hacen estos burócratas de la cultura en el campo de la literatura; pero lo cierto es que este proyecto, que no es más que un trasunto de aquel otro que hablamos antes, muestra la mentalidad estancada de estos burócratas y su deseo de imponer a la ciudadanía una visión del mundo que es pura retacería, como si fueran prendas finas.
Y eso pegaría a todos los que participan del quehacer literario, pues tal propuesta implica la necesaria sumisión a esos estilos ya caducos como indispensable para ser aceptados en el círculo de escritores reconocidos y apreciados por los literatos oficiales.
Claro que no será así. Nadie ingresa a los círculos literarios si no es a través de un espaldarazo otorgado por alguien que tiene peso político o económico
La literatura oficial, ejerciendo el poder del estado, se impone de esa manera.
Por otra parte, daña la imagen del estado como entidad cultural, pues el proyecto no es más que la imposición de un canon literario tradicionalista y fuera de circulación desde antes de la primera mitad del siglo pasado, discriminando a los poetas jóvenes, como ya he dicho, cuyas propuestas estéticas son bastante diferentes en cuanto a contenidos y técnicas de expresión y que tendrían que retorcerse, dejar de ser lo que son, para ingresar al círculo de autores jaliscienses.
Sin embargo, los jóvenes que luchan por posicionarse socialmente en el campo literario aceptan lo que se les impone pues saben que es el único modo de lograr tal reconocimiento.
Ven cómo muchos compañeros han pasado de ser contraculturales a integrarse a la sociedad a través de la aceptación de trabajos que derivan en el ingreso al mercado laboral y comercial del estado y del país.
Entienden así que quien no acepta a esos “clásicos”, sus temas y sus estilos, seguramente vivirá en el error literario.
Podemos observar que el canon literario jalisciense propuesto por el dueto Iñiguez – Lumbreras también crea el canon de los estudiosos de esos clásicos, lo cual se suma al afán rescatista del positivismo comtiano que se viene ejerciendo desde principios del siglo pasado.
Muchos jóvenes autores de discursos poéticos siguen con la mano extendida, esperando ser llamados como estos diez convocados a reforzar la ideología dominante burguesía-estado.
No dan pa’más, pues; la creatividad se ha deformado en ocurrencia y repetición de patrones y modelos ya existentes.
Jalisco seguirá en la retaguardia literaria, como símbolo de la cacareada Refundación política del Estado.