Y llegamos al punto en el que toda la literatura, según los críticos literarios de Barthes para acá, es pura imitación, con la pequeña diferencias, a 24 siglos de distancia de Aristóteles, de que se volvió imitación de sí misma, eliminando con ello la duda de la percepción correcta de los sentidos, pues si todo es lenguaje, como lo es lo literario, los sentidos ya no intervienen para nada.
En ese sentido, el referente de un poema, un cuento, una novela, un drama, deberá buscarse en otro poema, cuento, etc., y no en el mundo. La situación se aclara, pues de esta manera antes de escribir usted debe de leer mucho, sobre todo a los que quiere imitar, para mantenerse por lo menos en la línea histórico-literaria que desea caminar.
En los años 80, Steiner se quejaba de la abundancia de libros de crítica literaria en relación a los libros de creación. Pese a su querella, los libros de crítica no sólo aumentaron, sino que impusieron sus criterios en la composición literaria.
Impusieron sus técnicas de análisis sobre la libertad de creación, generaron nuevas poéticas, o gramáticas, para la expresión literaria y los que escriben se comieron las galletitas de la suerte para escribir con mucho éxito.
Escribir con éxito ocurre en todos lados, menos en México, en donde los escritores asimilados al statu quo tienen un poder cuasi absoluto sobre la maquinaria de la didáctica de la escritura y la producción editorial, principalmente, lo radicados en el Distrito Federal.
La literatura no pasa del corredor y los aspirantes a escritores tienen que seguir bajo la bota, de quienes hacen talleres de escritura creativa, que no son más que didácticas del retorcimiento de la sensibilidad para racionalizar lo que se escribe.
¿Por qué escritura creativa si es una inducción a la limitación del conocimiento sensible? Pienso en Efraín Huerta, exiliado porque no quiso obedecer la instrucción de escribir a la manera académica y siguió con su estilo de manifestar la realidad tal como él la veía.
Ahora los infantes de las letras se preocupan por la metáfora retorcida, por la sinécdoque y por el paso de lo dicho allá para incluirlo en esta realidad, que al fin y al cabo es puro lenguaje y éste, sobre todo el de la poesía, crea su propia realidad. No hay conciencia de que la poesía es pura percepción. ¿Pero qué va a pasar el día que descubran que las hipótesis de los críticos literarios de Barthes para acá se fundaron en su miedo a que descubrieran su verdadera personalidad?