La industria textil es la segunda más contaminante después del sector petrolero (BBC, 12/04/17). Una fibra de poliéster, que se usa en 60 por ciento de la ropa, necesita más de dos siglos para descomponerse.
Primero, líquidos contaminados.
Para fabricar un pantalón de mezclilla se requieren 7 mil litros de agua. La misma cantidad que una persona consumiría si tomara dos litros diarios por casi una década (Greenpeace, 21/04/16).
Se calcula que 20 por ciento de las aguas residuales provienen de la industria de la moda. Teñir los textiles es el segundo contaminador de agua a nivel mundial (ONU Medio Ambiente, 12/11/18).
Las aguas residuales de algunos fabricantes textiles pueden contener químicos tóxicos o cancerígenos que llegan a los ríos, los lagos y el subsuelo. También permanecen en la ropa y siguen desprendiéndose al lavarla (Greenpeace, Puntadas Tóxicas e Hilos tóxicos).
Segundo, vida plástica.
Cuando usamos la lavadora, una pieza hecha con telas sintéticas como poliéster, nylon o rayón puede liberar alrededor de 700 mil microfibras al agua. Así que los océanos reciben medio millón de toneladas de estas partículas al año (Greenpeace, 02/03/17).
Hay microfibras sintéticas en 83 por ciento de muestras de agua del grifo tomadas en cinco continentes (SEMARNAT, 13/09/18).
Hasta 90 por ciento de las partículas plásticas que están en las aguas residuales llegan a los lodos que se vuelven fertilizantes o son ingeridos por animales que después terminamos consumiendo los seres humanos (ONU Medio Ambiente, 03/04/18).
Tercero, moda desechable.
Solamente uno por ciento de los tejidos de la ropa se reciclan para fabricar nuevos productos (El País, 09/03/19).
Se estima que 75 por ciento de nuestras prendas terminan en un tiradero o son incineradas, generando todavía más contaminación.
Lo barato le sale caro al planeta. Las marcas de ropa de baja calidad y precios más accesibles, conocidas como “moda rápida”, suelen tener poco compromiso ambiental y social.
Tienen métodos dudosos de producción, malas condiciones laborales, buscan que los clientes incrementen sus compras y lo hagan más seguido, sin considerar los daños ecológicos (Greenpeace, 2012).
Por su baja calidad y los cambios tan continuos, una de sus prendas se usa aproximadamente en cinco ocasiones y produce 400 por ciento más emisiones de carbono, que una que se utiliza 50 veces y tiene una vida útil más larga.
La industria de la moda debe cambiar para ser realmente sustentable. Podemos contribuir a cuidar el medio ambiente con medidas sencillas: al revisar las etiquetas y adquirir preferentemente textiles reciclados o ecológicos, comprar productos locales, reducir el consumo y donarla ropa que no usemos. _