SexPol dirigido por Antonio Cué fue único en el colectivo LGBT+, tomó la psicología como herramienta para estudiar cuerpo y conciencia en comportamientos fuera de la heterosexualidad. Era el año de 1975. Los logros se hicieron patentes: la salida a la calle fue inminente. Cué trabajaba con otros grupos asistiendo en trabajo bioenérgetico. ¿Por qué solo gays, hombres o mujeres? Me dijo: “Era saber si había algo turbio, permitir la duda. Ahora sabemos que no hay nada malo en ser gay, pero en aquel momento le di espacio al prejuicio de manera deliberada”.
En 1976 SexPol funda por más de dos años la semana de la cultura gay, con Braulio Peralta al cargo del proyecto. Era un secreto a voces. Lecturas de poesía y cuento, exposiciones de pintura, plática con intelectuales (Carlos Monsiváis, José Joaquín Blanco, Luis Zapata, Carlos Olmos, fueron muchos). Trabajo intenso. Pero apareció el espectro de la política, la creación de grupos, la grilla. A SexPol no le gustó que se empleara un espacio cultural para comités de lucha y decidió cerrar el local. Un proyecto truncado. Hasta que aparece en 1985 José María Covarrubias para crear la Semana Cultural Gay que culmina en el Museo del Chopo, hasta la fecha, año con año (en mi libro El clóset de cristal amplío esta historia).
Y así llegamos al año de 2025 con la muestra Plasticidades encarnadas. Hacia una retrospectiva del arte y cultura de cuinas, vestidas, travestis y mujeres trans en México, en el Chopo. Ahí donde el “transfeminicio no es obra de arte”. Es la primera vez que a las mujeres trans les abren un museo para exponer su trabajo, con la intención hacia adelante de lograr tener para sí mismas su primer Museo, hoy itinerante. Termino con las palabras de Antonio Cué: “veo una ciudad con una forma de conciencia homosexual que se generó en aquellos tiempos…una especie de progreso humano en vez de quedarnos colgados atrás…”
Cultura y activismo son la única defensa LGBT+. Nadie hará por nosotros lo que falta por hacer. No es exageración, han muerto muchos en el camino —especialmente las mujeres trans—. La memoria que resguarda la exposición del Chopo debe verse como el
testimonio de una lucha incansable, lejos de todo prejuicio.