Monsiváis decía que “la izquierda tiene perspectiva y programa”. El presidente Andrés Manuel López Obrador encarnó esa izquierda e hizo suyos los objetivos. Regresó a México recursos naturales que le habían arrebatado los gobiernos del PRI, PAN y PRD por corrupción y prebendas. Difícil negar que vivimos en otro país.
En 2018 voté por Ricardo Anaya, prófugo. Lo hice por ideales a derechos LGBT+ que, al parecer, no respetaba AMLO. Me equivoqué y rectifiqué en 2021. Hoy no tuve duda en votar por Morena. En el camino he perdido amigos que son oposición aunque crean que son “objetivos” en su forma de entender el periodismo o pensamiento político.
AMLO cambió al país porque nos puso a discutir y el voto secreto se convirtió en el orgullo de levantar la mano sin ocultar intenciones. Antes era el disfraz de la democracia, hoy se dicen las cosas de frente. Parece poco, sin embargo para una sociedad mexicana apta para vivir en secreto, por fin abre discusiones del pasado sin diplomacias. AMLO pasa a la historia por el cambio del comportamiento nacional.
El Tren Maya, el interoceánico, el lago de Texcoco, el Bosque de Chapultepec, el México-Toluca, el AIFA y tantos nuevos espacios de servicios de transporte por tierra, mar y aire en el norte y sur del país (atendiendo caminos allí donde no existían) traerán transformaciones. Un peso fuerte que deja a la nueva gobernante para continuar el desarrollo económico. Se miente al decir que nuestra cultura está por los suelos. Cine, muestras de artes visuales y conceptuales, premios literarios internacionales lo desmienten. No ha parado de crecer la industria cultural a pesar de los errores.
Quedan pendientes la salud, la seguridad y la educación, temas de largo aliento que requieren años para su solución. Hace décadas que México estaba podrido en estos temas. La nueva gobernante sabrá visualizar que su futuro depende de esos rubros. Ya voté por la profundización de la cuarta transformación. Sin vergüenza y con orgullo. Ofrezco disculpas al presidente AMLO por mi comportamiento errático. Todos nos equivocamos en política, es sano rectificar. El ex presidente puede irse tranquilo y en paz.
A nadie mandó a las Islas Fiyi: siguen allí, rumiando.