Desaparecieron las siglas del Fonca pero no el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Fondo: dinero para becar a artistas e intelectuales. Punto. Es lógica la medida si desde el principio de la 4T se han cambiado casi todas las siglas de las secretarías. Cultura no iba a ser la excepción. Y cualquier otra grilla sobre la disolución de un sistema para apoyo a los artistas es eso: grilla. Algo que nunca van a reconocer esos creadores que participan en la política disfrazados de independientes pero en realidad tienen alma priista, panista o de izquierda. Nadie nos salva de la ideología.
Hoy es turno de la izquierda cultural. Las cosas no serán como en el pasado. Y no estoy diciendo que se hizo mal o bien. Es exactamente como es: un cambio de ruta. Nos guste o no, van a tratar de igualar lo que en sí resulta imposible: quitar los niveles del Arte –sí, con mayúsculas– a un sentido horizontal del arte. Algo que nadie ha logrado a lo largo de enormes experiencias conocidas por la historia de sucesos en países donde igualar las jerarquías culturales dio desastroso resultado. Veremos entonces a artistas e intelectuales de pensamiento altamente democrático pero escasamente artístico. Al tiempo.
No me hace mucha gracia. No porque aplaudiera el pasado Fonca (fui muy crítico en diversos momentos de su existencia). Tampoco porque apoye a los creadores que se irán quedando en el pasado. No. Me preocupa el futuro de la cultura del país en manos de ineptos, desconocedores de las dificultades para que el arte en México sea un propósito estético y no un suceso histórico e ideológico. Lo vamos a ver pronto. Lo vivimos en el actual FCE. Nos damos cuenta en la Secretaría de Cultura, que poco distingue la diferencia entre arte y artesanía, entre alta cultura y arte popular. Funcionaria con buenas intenciones pero con errores desde hace más de un año.
AMLO tiene excelentes secretarios de Relaciones Exteriores, de Hacienda, y un enorme potencial en el subsecretario de Salud, Hugo López–Gatell. Pero Alejandra Frausto le dará tristes dolores de cabeza al final del sexenio. ¿Eso quiere AMLO?