La Santa Sede acaba de excomulgar a 10 monjas clarisas de Belorado, Burgos, España. Desde mayo las hermanas externaron su rebeldía mediante un comunicado firmado por su abadesa, anuncian que abandonan la tutela de su arzobispo, de la arquidiócesis y de la Iglesia. Además no reconocen al Papa Francisco como Papa legítimo.
En España el caso ha despertado interés en la opinión pública. Los periódicos, las redes y los telediarios abordan el caso no sin cierta morbosidad. En la España secular el feminismo se ha fortalecido y ve con cierta simpatía que monjas empoderadas enfrenten la autoridad de la Iglesia y del Papa. El feminismo ha cuestionado a la Iglesia por su misoginia, ha debatido sobre temas de aborto y sexualidad.
Una primera paradoja: el feminismo secular ve con fascinación la postura atrevida de monjas ultraconservadoras. Las hermanas cuestionan los Papas después de Pío XII: “han sido contradictorios, con lenguajes dobles y confusos, ambiguos y con lagunas doctrinales” que han golpeado el alma de las religiosas, hasta fraguar en ellas “una duda sobre quien dirige la barca de Pedro”.
Hay un segundo ingrediente. Roma decidió, hace meses, rechazarles la petición de vender su monasterio del siglo XIV para comprar otro en Orduña (Bizkaia). Ahí se instalaría la sede de un ex sacerdote franquista excomulgado por el Vaticano. Su nombre es Pablo de Rojas Sánchez-Franco, fundador de la Pía Unión de San Pablo Apóstol, que es considerada como una secta ultraconservadora del tipo de los movimientos disidentes Lefebvrianos.
Segunda paradoja: estas monjas echadas para adelante contra Roma, son manipuladas por un hombre del ultratradicionalismo católico. Pablo de Rojas fue excomulgado en 2019. Por el “delito de cisma”, al celebrar sacramentos en la diócesis sin poder hacerlo. Además de autodenominarse “obispo”, De Rojas se autodenomina Duque imperial, Príncipe elector del Sacro Imperio Romano Germánico y cinco veces grande de España.
Las monjas de la Orden de Hermanas Pobres de Santa Clara de Belorado, han abrazado el tradicionalismo católico preconciliar. Su manejo en las redes ha sido efectivo. Su caso ha llamado la atención de una opinión pública expectante.
Tercera paradoja, mientras las mujeres católicas pugnan por mejores posiciones y reconocimiento dentro de una Iglesia patriarcal, las hermanas clarisas quieren estar fuera.
Las posturas ultraconservadoras invaden toda Europa. La Iglesia no escapa de estas tendencias. Y surgen posturas enquistadas históricamente en la catolicidad, que fracturan los acuerdos del Concilio Vaticano II, sobre la relación Iglesia- mundo moderno. Preocupante.