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París, tan lejos, tan cerca

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A fines de 2015 México fue uno de los países que firmó el Acuerdo de París, ese tratado global para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Nos comprometimos a reducir estas emisiones en un 22% para 2030. Firmamos que el Período de Cumplimiento (el arranque del plan) empezaba este año, en 2020.

Lo cierto es que no nos preparamos para esta carrera y seguimos generando cada año más emisiones. Con 800 millones de toneladas al año de dióxido de carbono equivalente que emitimos, ya estábamos en el lugar 12 entre los países más contaminantes. Y estamos cerca de subir al top 10, no solo por la falta de mejoras de nuestra parte sino por la efectiva acción de otros países.

Este año, México debe presentar su ‘ruta de descarbonización’ para llegar a aquella meta y “seremos el primer país del G20 que le daremos la espalda al Acuerdo de París. Ya estábamos lejos y nos estamos alejando más”, de acuerdo con el Observatorio Ciudadano de Calidad del Aire.

Las recientes decisiones de Sener son un listado de acciones ‘anti Acuerdo de París’: la cancelación de las subastas de energías limpias, el cambio en los Certificados de Energías Limpias (hoy inútiles) y el Acuerdo del Cenace que suspende en forma indefinida la incorporación al sistema eléctrico de nuevas plantas de energías renovables.

Para sumarle otro ingrediente al coctel, la CFE aumentará el uso de combustóleo en sus plantas generadoras (un petrolífero cargado de sustancias tóxicas, principalmente azufre).

Aquí hay una explicación más política que ambiental: cerrar la pinza con Pemex.

El combustóleo es un subproducto de la refinación de crudo. En las refinerías mexicanas (poco eficientes), de cada barril que se refina, 30% termina siendo combustóleo.

Hasta 2019, se exportaba la mayor parte de este energético, siendo las grandes embarcaciones marítimas sus mejores clientes. Desde enero de este año, el Convenio Internacional para la Prevención de la Contaminación por los Buques prohíbe que los barcos operen con combustible con altos niveles de azufre.

Esta restricción más la decisión de Sener de extraer y refinar más petróleo —aún con pérdida— genera un exceso de este combustóleo y su mejor cliente es la CFE, ya que buena parte de sus plantas siguen funcionando con combustóleo. Una de ellas es la Central Termoeléctrica de Tula (Hidalgo), que afecta de manera directa a la contaminación ambiental del centro del país.

La CFE ya está violando las normas ambientales que prohíben quemar combustibles con 4% de azufre, como es el combustóleo. Quemarlo también aumenta las concentraciones de las partículas PM 2.5 en el aire, esas que disparan las contingencias ambientales y que respirarlas por lapsos prolongados disminuye de la función pulmonar y aumenta la mortalidad prematura.

Impulsar el uso de este producto es un atentado a la salud pública (sobre todo en una crisis sanitaria como la del covid-19) y es una ruptura con el Acuerdo de París.

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Bárbara Anderson
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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