Uno de los primeros eslabones que se rompe en una crisis sanitaria es el de los restaurantes.
Hace justo una semana, un grupo de chefs y los editores de la guía Culinaria Mexicana comenzaron a buscar alternativas creativas para capotear la epidemia.
“Desde hace seis años editamos la Guía de los 120 restaurantes de México y estamos en un chat con todos y comenzamos a ver cómo atender esta crisis. La mayoría estaba pensando en el take out, pero la gente ya no está pidiendo comida a domicilio como se esperaba”, me dice Claudio Poblete, responsable de la editorial.
Decidieron trabajar en un plan de autogestión de ayuda, un modelo de certificados de apoyo por parte de los clientes para que le adelanten efectivo hoy a cambio de servicios mañana. “Creamos un Bono Gastronómico pidiendo a los clientes de cada restaurante un aporte personal que los ayuden a sobrevivir. Así nació esta campaña #Salvemosrestaurantes”, agrega Poblete. Se trata de un fondo de ayuda para pagar los sueldos a los empleados y mantener el restaurante a pasar la contingencia.
Hay dos tipos de bonos: de 500 pesos, que es el promedio de consumo individual que hay en la mayoría de ellos, y otro de 1000 pesos, para redimir por ‘experiencias gastronómicas más elevadas’. La propuesta es que cada restaurante utilice sus contactos y redes sociales para hacer su propia campaña de promoción de preventa de experiencias gastronómicas.
En algunos casos se van a devolver esos mismos importes en servicios a futuro y en otros se compensará este ‘adelanto’ a los clientes. “Hay un restaurante en Oaxaca que pensó hacer una gran fiesta con los tenedores de estos bonos con cata de mezcales, tlayudas y música en vivo y otro dividirá la ayuda en porcentajes de descuentos a lo largo del año”, agrega Poblete.
A la fecha hay registrados casi 300 restaurantes, empresas de banquetes y servicios gastronómicos, entre los que se encuentran desde el Hueso, de Guadalajara, a Dulce Patria, en CdMx, o La Lorena.
La idea es similar a la lanzada días atrás en Nueva York: los dinner bonds. En este caso se trata de un colectivo de 80 restaurantes de primer nivel que venden bonos con descuento a futuro: una tarjeta de 75 dólares se redime al final de la epidemia por un consumo de 100 dólares.
“La industria de hospitalidad es la que menos apoyos fiscales o gubernamentales tiene. Es una sector que vive al día: tanto la fonda de la esquina que puede ser informal y cobrar en efectivo hasta el Pujol o el Quintonil”, agrega Poblete, “en este caso decidimos que no fuera a través de crowdfunding ni de ninguna plataforma de envíos sino directo con cada local para no perder dinero en comisiones de intermediación”.
También hay marcas internacionales buscando apoyar a la gastronomía en crisis. Es el caso de la marca de cacerolas de hierro Le Creuset, que se acercó al restaurante de comida francesa Frenchie, del chef Daniel Ovadía, para hacerse cargo de su nómina en abril.
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