Cada vez son más fuertes las voces que aseguran que con el ajuste fiscal fronterizo (BAT, por su sigla en inglés), que quiere Donald Trump y que empujan los congresistas republicanos, la víctima más visible serán las importaciones de crudo que hace EU. Esto tendría un fuerte impacto en las compras a México, que el año pasado mandó más de 220 millones de barriles diarios de petróleo y derivados al vecino del norte.
“El BAT (…) no es sino un impuesto disfrazado a las importaciones de petróleo”, dice Philip K. Verleger, director de la consultora PKVerleger, un especialista en mercados de energéticos y sus implicaciones económicas.
Como se sabe, el BAT implica que todas las firmas exportadoras de EU puedan exentar impuestos a sus ventas al exterior, al tiempo que se prohíben las deducciones a los bienes y productos importados.
Esta propuesta fue una de las promesas de campaña de Trump. Al momento, ha fracasado en mayor o menor medida en la implementación de casi todas ellas (muro, Obamacare, veto a musulmanes) y mucho se especula que lo mismo pasará con el BAT, parte medular de su reforma fiscal.
Analistas como Verleger creen que las importaciones de petróleo generarán entre 50 y 57 por ciento del ingreso del BAT. Con ello, “los importadores de petróleo enfrentarían una parte desproporcionada de la carga fiscal”. En sus cálculos, si el BAT se aprueba sin cambios, en 10 años entrarían hasta 600 mil mdd por la compra al extranjero de hidrocarburos, contra casi un billón 180 mil millones del total de las importaciones.
Verleger concluye eso porque con la propuesta los refinadores, por ejemplo, no podrían pedir deducciones fiscales por sus importaciones. Así, un aumento de 25 por ciento al costo de importación de hidrocarburos se traduciría en una tarifa muy severa para un refinador que pague 50 dólares por barril. Con ello, la carga fiscal para un millón de barriles sería de 10 millones de dólares. Esa cantidad sería una pérdida para la empresa si no la transfiere a los consumidores. Por otro lado, esa misma empresa podría encontrar proveedores en el mercado de EU, quienes, al vender a refinadores locales, les generarían a sus clientes un ahorro por default de 25 por ciento.
Por ahora, anticipando lo que podría sufrir México con el BAT en todo tipo de intercambio comercial (dependiendo de la renegociación del TLC), el ojo está en las exportaciones de crudo a EU, que con todo sigue siendo nuestro principal cliente. Afortunadamente, México produce el tipo de crudo pesado que las refinerías estadunidenses necesitan, y lo más probable es que muchas de ellas preferirían pagar el BAT que invertir miles de millones de dólares para reconvertirse.
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