Un episodio importante para la historia del Arte Contemporáneo de México, lo constituye la estancia y enseñanzas del artista brasileño Félix Bernardelli en Guadalajara; Bernardelli llegó a la ciudad a finales de 1890 y se estableció en la casa de su hermana Fany de Remus. Pronto se dio a conocer como violinista y como pintor; para la exposición de fin de cursos de la cátedra de pintura, del Liceo de varones en 1891, varios alumnos presentaron copias de tres cuadros de su autoría.
En una exposición realizada en 1895, según crónica de época, reveló su gusto por el realismo y el manejo impresionista de la luz como elementos principales de su obra. Estos son los comentarios a seis cuadros pintados por el artista brasileño:
“Dos vistas de la laguna de Chapala; dos tomadas en Mezquitán; una en Zapopan, y otra, en la Alcaicería Ahumada o Humeada, que muchos sin razón alguna pretenden fue propiedad y residencia del Santo Oficio. En los seis óleos llaman la atención, lo bien entendido de las luces, esas luces, escollo, al decir de un crítico de Arte, de los pintores mexicanos, el cuidadoso tratamiento de los accesorios, y la hermosa y natural distribución de las figuras que animan el paisaje. Sus actitudes han sido sorprendidas y reproducidas con admirable fidelidad” (El Heraldo, 1893).
En la primavera de 1897 anunció la apertura de su Academia de Pintura y Dibujo, para señoras y señoritas con “talleres y estudios instalados al estilo de Roma y París” ( El Correo de Jalisco, 1897). Este taller abierto por las mañanas para las “distinguidas damas tapatías”, en las tardes era centro de reunión de jóvenes estudiantes entre los que se encontraban algunos que realizarían una carrera importante en el arte mexicano del siglo XX, como Gerardo Murillo el futuro Doctor Atl, o Rafael Ponce de León; este último pasaría a formar parte del ambiente bohemio de Monmartre en 1904. En estas sesiones Bernardelli enseñó el estudio del desnudo natural y sin poses, la pintura al aire libre y la consideración de la luz como un protagonista de la composición. Esta intención realista de representar el paisaje por la vía de una observación casi científica, será el primer paso para una pintura libre que se presentará con fuerza en las obras de algunos artistas del Centro Bohemio principalmente Amado de la Cueva y José Luis Figueroa entre 1920 y 1926.
La exposición que se presenta actualmente es el producto de una investigación realizada por Alejandra Petersen, organizada en núcleos temático, se muestran aspectos hasta ahora poco conocidos como fue su entorno familiar y trabajos de sus alumnos entre los que se cuenta a Roberto Montenegro, Gerardo Murilllo, y el fotógrafo Jose María Lupercio; en cuanto a la producción del artista, se destacan las obras en las muestra, por una parte sus habilidades como pintor de decoraciones para casas y fachadas de tiendas comerciales, oficio que le permitía solventar sus gastos, la otra faceta fue la de experimentar siguiendo las corrientes plásticas en boga como el art noveau y el post impresionismo; hay que detenerse a observar el cuaderno de una temporada de verano en Zapopan, cuando se comenzó a poner de moda entre las familias tapatías, con dibujos y letras compone viñetas reveladoras de las costumbres y el ocio de la época; las pinturas “Boulevard de Paris” y “Paisaje urbano de Nueva York” para encontrar elementos como la libertad del pincel y el uso de colores poco convencionales que van a caracterizar la pintura moderna; estas pequeñas joyas pictóricas sirvieron también como espacio de experimentación para así abrir nuevos cauces a la creación plástica en Guadalajara.