Política

Explícita implicitud

En el complejo mundo de la diplomacia existe un arte particularmente desafiante: decir algo explícito de manera implícita. Es el arte de comunicar algo sin pronunciarlo; de insinuar sin mencionar; de ser ambiguamente claro. Un reciente altercado regional, en torno a la reforma judicial en México, paradójicamente ejemplifica a un tiempo tanto el cómo hacerlo como el cómo no. Los protagonistas de la trama son el Presidente López Obrador y los embajadores de Estados Unidos y Canadá en México, Ken Salazar y Graeme C. Clark.

El embajador estadounidense Ken Salazar inició el embrollo al hacer repetidos y aislados comentarios en contra de la reforma judicial del Presidente López Obrador. A primera vista, lo implícito parecía ser explícito: el gobierno de Estados Unidos no estaba de acuerdo. Sin embargo, a pesar de las continuas declaraciones del embajador, su gobierno guardó silencio oficial y no lo respaldó. Esto creó un vacío que inexplicablemente llevó a Salazar a emitir un comunicado personal en el cual, basándose en su experiencia como abogado, criticó los posibles efectos negativos de la reforma judicial. Así, Salazar transformó lo implícito de sus opiniones en un posicionamiento explícito, pero no del gobierno estadounidense, sino de él. Un error crítico, pues un embajador no es un abogado independiente, sino el representante de su país.

Al mismo tiempo, el embajador canadiense Graeme C. Clark optó por un enfoque más directo en sus declaraciones sobre el  tema. Repetidamente afirmó ser el portavoz de las preocupaciones de sus empresarios respecto a la reforma judicial. No obstante, al igual que Salazar, Clark careció del respaldo decidido de su gobierno. Y así, en un intento de salvar su postura, Clark declaró, también de manera explícitamente novata que, de manera implícita apoyaba las opiniones personales de Ken Salazar. Otro error que generó entonces una crisis diplomática para ambos diplomáticos.

Curiosamente, quien hubiera parecido ser el menos hábil en las sutilezas de la diplomacia, terminó siendo quien las manejó mejor. El Presidente López Obrador, políticamente sagaz como es, aprovechó el descuido de los embajadores para de manera explícita poner en pausa la relación con ambos personajes; no con sus países ni con sus gobiernos, sino con ellos de manera personal y unívoca. Es decir, aprovechando los dos segundos de duda de sus gobiernos, AMLO fue explícitamente implícito para dejar a ambos diplomáticos solos y en fuera de lugar: inhabilitados para seguir jugando e inservibles para meter gol.

Sutilezas del lenguaje diplomático, quizá, pero al final jugadas cerradas que definen un partido. Y fue así que, en un instante de explícita implicitud, dos perdieron sin saber cómo y uno ganó, aparentemente sabiéndolo todo, en la crónica trinacional de tu Sala de Consejo semanal.


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Arnulfo Valdivia Machuca
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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