Abrir un negocio propio es el sueño de miles de personas. En realidad, hasta poner un puesto informal en la calle y hacer la primera venta ilusiona a cualquiera. Esto sin mencionar a quienes emprenden de manera formal e incluso a quienes sueñan con ser el próximo unicornio tecnológico global. Sin embargo, cualquiera de estas cosas en México más que un sueño puede ser una pesadilla. Y es que para cualquier naciente empresa, hay al menos cuatro puntos que francamente matan cualquier ilusión.
Primero: ¿qué tipo de sociedad constituyo? Esta pregunta es tan compleja, que ni siquiera algunos abogados pueden responderla. Con frecuencia se requiere además de un fiscalista. Al final, el solo enterarse de esto ya puede ir costando unos 15 mil pesos, mínimo.
En segundo lugar viene la constitución ante Notario Público. La autorización del nombre puede tardar al menos 15 días. Después, constituir, en el mejor de los casos, cuesta unos 8 mil pesos, tirándole más bien a 15 mil. Finalmente, hay que inscribir el Acta en el Registro Público de Comercio, lo cual no solo cuesta unos 2 ó 3 mil pesos más, sino que suele tardar casi dos meses.
En tercer lugar, ahí les encargo que logren conseguir una cita en el SAT para obtener el RFC. Hoy, esa cita puede tardar entre uno y dos meses. Si todo está bien, obtiene uno el RFC. Si hay el mínimo error en el Acta o falta un documento, no hay derecho de corrección: hay que sacar otra lejana cita.
El cuarto obstáculo, que es una amarga cereza en el pastel, lo ponen los bancos. Si uno cuenta con absolutamente todos los documentos que solicitan, que no son pocos, su feroz proceso de dictaminación puede durar entre 15 y 20 días, en el mejor de los casos. Esto incluye una visita física al local comercial que, por cierto, no puede ser un domicilio particular (como si los emprendedores iniciáramos operaciones en una oficina de lujo en Paseo de la Reforma). Al final hay un veredicto: aceptan o no la cuenta. Esto no se sabe a priori así que, si la niegan, hay que ir a otro banco a sufrir el mismito suplicio. Y por cierto: se necesitan entre 10 y 20 mil pesos de depósito inicial.
Lo voy a dejar aquí, porque arrancarme con los requerimientos legales para rentar un local o la carga impositiva y laboral que hay sobre los negocios, antes siquiera de vender el primer peso, constituye otra historia igual de tenebrosa.
Ya después de todo esto, puede uno empezar a vender. ¿Sencillito, verdad? El peso económico y de tiempo que toma iniciar un negocio formal en nuestro país es colosal, y el problema no es solo del gobierno: actores privados como los bancos, inmobiliarias y arrendadoras contribuyen al desastre. Olvidaba decirlo: en otros países todo esto toma 48 horas por internet. Y hasta aquí el viacrucis empresarial de tu Sala de Consejo semanal.