Política

El carcelero

Lo dije hace 12 años y lo repito: México no tiene política migratoria y nunca la ha tenido. La oprobiosa tragedia de Juárez, donde 70 personas fueron dejadas a morir en medio de las llamas, es quizá la imagen más descriptiva de la forma en que se hace política migratoria en México: mal y con maldad.

Me sigo considerando uno de los apasionados de la migración en este país. Entiendo el fenómeno, lo he vivido, lo he sentido, lo he caminado y lo he sufrido. No hay política migratoria porque el sector está plagado de bandidos e intereses oscuros.

Empecemos por el presente. Al Instituto Nacional de Migración (INM) lo dirige un carcelero: Francisco Garduño, un protegido del presidente que en apariencia tiene el perfil perfecto para dirigir lo migratorio: mano dura para “controlar el problema". La misma y equivocada decisión tomó el gobierno anterior: impuso a un policía, Ardelio Vargas, quien era otro Garduño. Esta lógica de lógica nada tiene, porque asume que el INM es un área de seguridad nacional, cuando la realidad es que sólo una parte lo es: la de control migratorio. El resto es una institución de atención a un fenómeno humano y humanitario, de servicio al público y de atención a millones de seres humanos que quieren venir a este país a aportar su talento o sus divisas.

La administración de López Obrador tuvo en sus inicios un breve rayo de lucidez y nombró como Comisionado a Tonatiuh Guillén, un experto conocedor, sensato y honesto académico, que hubiera creado una política migratoria de avanzada. Pero volvieron a ganar los intereses y, con dignidad, el Dr. Guillén hizo lo correcto: renunció.

Hoy el INM funciona efectivamente como una cárcel: desecharon el sistema de citas electrónicas y, para hacer un trámite, se debe hacer fila una noche anterior para alcanzar una de las 300 fichas de papel que se reparten. El trato, cuando se logra, es tosco y humillante. Ahora López Obrador anuncia algo así como una Comisión de Migración y Extranjería, donde participará Alejandro Solalinde. Otro error. Solalinde es un pillo con sotana, que gana millones por defender el “libre tránsito” de migrantes. Tiene albergues en los que recauda generosos fondos para atender migrantes que él mismo aboga por dejar entrar, sólo para soltarlos después a su suerte, a convertirse en presas del crimen organizado: algo no sólo inmoral, sino criminal.

Responsable sería refundar el INM, enfatizando lo humano y complementándolo con una férrea área de control migratorio, para impedir ingresos indeseados y proteger a los migrantes desamparados. Pero no tengamos mucha esperanza. México no tiene política migratoria y así seguirá porque, como en toda cárcel, el dinero sucio es quien manda. Y hasta aquí la alarma institucional de tu Sala de Consejo semanal.


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Arnulfo Valdivia Machuca
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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