Las recientes elecciones griegas ponen en el aparador el grave riesgo que para la democracia implican algunas corrientes políticas. Es necesario recordar que hace algunas semanas el gobierno griego fue disuelto para convocar a nuevas elecciones en razón de tener que ir en contra de su principal promesa de campaña, no obedecer las reglas financieras de la Unión Europea.
Para sorpresa de varios el resultado de las elecciones fue darle, como señala el diario El País, una segunda oportunidad a Alexis Tsipras y su partido, Syriza.
Hace semanas también comentábamos el hartazgo de los electores en el mundo en relación a las opciones políticas tradicionales y sobre los riesgos de que el populismo tome las riendas del gobierno.
El caso griego es un buen ejemplo de lo que se pone en riesgo cuando el populismo llega al poder. Pero es claro que los griegos decidieron darle una segunda oportunidad a Tsipras quien ahora se presenta con un discurso bastante más serio, dando claros signos de que su principal tarea será poner orden en las finanzas de su país.
Hasta aquí pareciera que las aguas toman su curso. El líder populista trabajará dentro de los márgenes de orden que le dicta la Unión.
Sin embargo no pasa desapercibido que llega con un número mayorde diputados, casi mayoría absoluta. La otra mitad del congreso estará dividida entre otras 7 fuerzas políticas. Entre ellas destaco la presencia del partido Aurora Dorada. Esta agrupación es calificada como de extrema derecha por algunos medios europeos y como neonazi por otros.
El hecho que los neonazis tengan 18 diputados y sean la tercera fuerza electoral del país debiera sonar las alarmas de muchos. No hace falta más que recordar que en Alemania el partido nazi jamás tuvo más del 50% de la votación. Inició su vida parlamentaria con sólo el 6.55% de la votación y 32 de los 472 diputados.
Grecia no es Alemania ni nada que se le asemeje, pero el riesgo no es Grecia, sino el crecimiento de estas corrientes ideológicas y políticas.
El momento de surgir de estas agrupaciones es en medio de grandes descontentos. Buscando en la salida a los problemas en un mensaje mesiánico. Las pruebas sobran a lo largo de la historia, llámese socialismo, nacionalismo o cualquier otra vertiente.
El riesgo está presente en todo el mundo, si hay dudas revisen el discurso de Donald Trump y del Frente Nacional francés en torno a la migración y los migrantes.No hace falta ir muy lejos para encontrar respuestas. Las grandes olas de migración en el mundo han generado todo tipo de reacciones.
El desempeño económico del mundo tampoco es el mejor, este es un ingrediente adicional. El resultado es que los electores del planeta están desencantados del modelo cimentado en la mancuerna de libre mercado y democracia.
Es peligroso al ambiente pues es caldo de cultivo para políticos populistas, quienes a lo largo de la historia han demostrado que no representan nada más que un camino más lento y doloroso hacia lo que ya conocemos.