Cultura

"Divina Comedia": traducciones y reediciones

Mi primera Divina Comedia fue, como corresponde, alguna versión declarada oficialmente para niños de la que no tengo gran recuerdo porque, aunque ilustrada, tenía bastante texto y eso, como se sabe, intimida a cualquiera, más a esa edad (yo tenía unos diez), en la que deseamos una representación por lo menos mínima de aquello que leemos.

Ya de joven pude acercarme por fin a una miniaturizada edición de la editorial Aguilar, con la traducción de Juan de la Pezuela y las delicadas ilustraciones de John Flaxman (más atractivas para mí que las de la edición “infantil” comentada). Por muchos años esta edición fue una de las dominantes en lengua española, a pesar de que fue desestimada desde su aparición en los años setenta del siglo XIX por diversos autores.

Acaso por conocer el infierno de la guerra, la traducción al español de la Divina Comedia fue cosa de militares. Más concretamente, de generales. El mismo Pezuela, además de español, lo era, y su principal antagonista en el oficio de traductor, el argentino Bartolomé Mitre, también tenía ese grado (con la ventaja de que llegó a ser presidente de la nación).

La versión que Pezuela, mejor conocido como conde Cheste, entregó de la obra de Dante, le parecía a Mitre “...inarmónica como obra métrica, enrevesada por su fraseo, y bastarda por su lenguaje”. Y fue generoso, porque hoy en día la ven con peores ojos los estudiosos (por cierto, el sello Edaf sigue publicándola sin ningún apuro).

Así, la historia le ha dado la razón a Mitre en más de un sentido, si bien la suya no ha quedado exenta de toda clase de observaciones con el correr de los años (es muy de agradecerse que en forma gratuita se la puede leer en la Biblioteca Virtual Cervantes). De cualquier forma, sería injusto negarles a estas traducciones decimonónicas todo valor, pues en ellas se formaron diversas generaciones para quienes estos trabajos fueron su única y gran aproximación a la obra de Dante.

Y hay que recordar que ambas intentaron alcanzar la traducción en verso a la manera dantesca, es decir, en tercetos con rima perfecta, lo cual multiplicaba las posibilidades de pifia e inexactitud. De ahí todas las irregularidades que pueden señalar los críticos modernos.

Hablando de Mitre, encuentro que, para el diario Página 12, el periodista argentino Martín Paz relató hace ya más de una década una divertida anécdota: “Cuenta la leyenda literaria que el general Bartolomé Mitre, durante la guerra del Paraguay, dedicaba las horas vacías de los largos días sin combate a la traducción de la Divina Comedia. En una de aquellas bochornosas tardes en el monte, un oficial entró en la tienda de campaña del militar, y al verlo sumergido entre diccionarios y hojas desparramadas, con curiosidad, inició el siguiente diálogo:

—¿Qué anda haciendo, mi general?

—Aquí me ve, traduciendo al Dante.

—Hace bien, a esos gringos hay que darles con todo”. [Donde gringo viene a ser extranjero].

Y ahora un anuncio para nada chauvinista: entre las traducciones afortunadas se encuentra la de nuestro Ignacio Montes de Oca y Obregón, erudito guanajuatense que con mayor humildad tradujo en prosa la obra del gran florentino, consiguiendo, sin embargo, un trabajo de gran calidad que todavía hoy se puede encontrar en Porrúa.

Pero comento todo esto porque deseo saludar la reedición de la Divina Comedia del Galaxia Gutenberg, recién llegada a México. Se trata de una obra que, traducida por el ya desaparecido Ángel Crespo, infatigable experto en eso de volcar al español a muchos clásicos, y con las espléndidas ilustraciones del artista Miquel Barceló, ya había visto la luz en 2002.

Ya en su momento esta preciosa edición fue galardonada con el primer premio de los Libros Mejor Editados en 2003, lo cual hace que su regreso sea todo un acontecimiento, lo que muchos lectores agradecerán, como lo hago yo ahora.

Es una edición bilingüe de gran formato que caza perfectamente con la obra gráfica de Barceló, un artista moderno que prosigue con el reto que ya antes William Blake, Botticelli y Gustave Doré habían hecho suyo. ¡Vaya empresa para la imaginación artística!

Justo porque ya sabemos, por el gran poeta florentino, que el infierno está en la Tierra, nunca está de más volver a sus páginas en ediciones tan cuidadas como la que hoy volvemos a celebrar. En medio del caos mundial y doméstico, y de tanta desesperanza, la lectura del viaje
de Dante nos permite llegar, de algún modo y así sea por un instante, al paraíso.

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Ariel González Jiménez
  • Ariel González Jiménez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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