Cultura

‘Parásitos’

Parásitos  triunfa en los cines de todo el mundo no sólo porque es una historia muy bien contada sino porque posee elementos que recuerdan la aventura de siempre, el maratón por la supervivencia que durante siglos han desarrollado ricos y pobres, perdiendo siempre éstos últimos pero con la utopía y el deseo de poder ganar algún día. Aquí todos son parásitos: unos trabajan mucho y ganan poco, y otros, casi sin trabajar, son millonarios. La escena más cómica y trágica a la vez es cuando el padre de la familia pobre, Kim Ki-taek, apuñala en el corazón al padre de la familia rica, a la que él le sirve como chófer, Sr. Park. Ahí se produce el simbolismo de la rebelión de la clase trabajadora por tener, aun sabiendo que es imposible, la riqueza de los poderosos.  Es el asesinato revolucionario. Pero lo que hace que guste a todo espectador que asiste al filme es el formato de comedia tragicómica que engancha al máximo número de espectadores posibles. Pero cuando uno sale del cine piensa: ¿Y a esta película le han dado varios Óscar y se ha considerado no solo como la mejor película internacional sino que es la mejor película de la Academia de Hollyvood de este año? Uf, cuesta creerlo, pero la película, aunque no sea la mejor, es buena.

Una película surcoreana de drama, suspense y humor negro ha arrollado a todas las demás porque se ha colado en las conciencias del espectador para mostrarle de forma descarnada su propia realidad. Su verdad sobre la pobreza y el ingenio  llevados a los últimos extremos son la clave, lo que decide la cabezas y el corazón de quien la ve. No voy a explicar de nuevo el argumento, sino que  Bong Joon-ho logra meter a millones de espectadores en su historia por anodina que pueda parecer. Hasta en las inverosímiles escenas de los crímenes, el espectador siente simpatía y ve comprensible que aquello pueda suceder.

La historia posee elementos de Tarantino, de Almodóvar, de Hitcootk y de otros maestros de la escena, y con esa habilidad de dominio cinematográfico hace caer a uno y otro espectador en el absurdo en que se puede convertir la realidad cuando se da una imagen del mundo realista, cómica y extremadamente comprensible a pesar del surrealismo palpitante de sus escenas que logran dejar en vilo la atención de quien las ve.

Muchos críticos han visto como fuera de sentido el final. A algunos les hubiera convencido más contemplar a todos los Kim, menos a la hija asesinada por una especie de loco que se escapa del ignorado sótano de la casa para no pagar sus deudas, encerrados en la cárcel, pero este hábil director crea un final inesperado y así abre las puertas a la clase pobre, y el hijo del protagonista, crea el deseo de comprar algún día aquella casa cuyo padre es ahora el encerrado para librarse del crimen que cometió. Aunque ya la mansión está habitada por nuevos ricos que seguirán sosteniendo su papel y darán sus migajas sobrantes a esos pobres de solemnidad que se hunden y casi se ahogan en un diluvio de cloacas que se desbordan y llenan  todo de excrementos.

Ese tono de familiaridad, de cercanía y de crueldad sobre la realidad de una sociedad actual dominada por unos pocos que dominan y mal pagan al resto, es el reflejo que tanto atrae a la gente. Ese himno a la aparente sencillez convertida en imponente espejo es lo que provoca la duda, el vacío, el atractivo de un filme, que seguramente creado por otro director habría acabado en una historia anodina y que no habría obtenido galardón alguno. Por eso se admira la grandeza de un creador y su espléndido arte de pensar.

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Antonio Rodríguez Jiménez
  • Antonio Rodríguez Jiménez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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