Cultura

Encerrados en el manicomio del Covid

Un viento suave sopla sobre la ventana de mi torre de marfil. Veo sólo casas que impiden contemplar paisajes de terciopelo rojo, ventanas iluminadas y música clásica que cuelga de los árboles. Me asombra que nos hayan encerrado, que nuestro trabajo sea una pirueta de dedos que bailan en un teclado negro. Varias veces al día llegan olas de imágenes. Son las clases online que soplan y alegran la vida al observar a seres humanos. Ellos están  un poco tristes por estar confinados en el manicomio del Covid, aunque en sus sonrisas tímidas muestran sus alegrías dilapidadas en sus memorias que tratan de remontar corrientes ancladas en el pasado. Ellos se niegan a contemplar la realidad y lo comentan en un desasosiego permanente. “Maestro, ¿esto durará siempre?” Y se te hace un nudo en la garganta porque no sabes las respuestas. El profesor que debe saberlo todo, o casi todo, también es humano y no puede responder a la pregunta más difícil que le ha hecho un alumno en décadas: ¿sabe cuándo volveremos a la calle, a las aulas, a la vida? Y los miras a través de la pantalla, carraspeas y con una falsedad que te duele le contestas que posiblemente en septiembre y luego, para consolar al grupo que huele en la distancia de los megas tu absoluta tristeza, le respondes que es posible que antes, en grupos, una semana, unos, y otra, los otros. O seguramente se os dé la oportunidad de que los que vivís en lejanas ciudades os quedéis en vuestras casas y sigáis las materias por Zoom o por Meet y las asesorías por Linc. Es difícil para los profesores enseñar en la distancia, pero para los futuros licenciados o para los doctorandos lo es más, porque a nosotros nos llegan mensajes de esperanza, pero vosotros sabéis que es duro ser alumno virtual por mucho que os animemos. Recuerdo aquellos filmes, que ahora reponen hasta la saciedad, sobre ataques extraterrestres o sobre virus que convertían a millones de mortales en zombis o a criminales que ponían en las tuberías venenos que destruían a la población, o supervivientes escondidos en lugares remotos que eran perseguidos por los nuevos gobernantes para destruirlos. Amigos, compañeros, esto no se acaba, pero volverán a las aulas, no tiren la toalla, os ayudaremos y ustedes serán pronto psicólogos, licenciados en diseño de interiores, en derecho, en relaciones internacionales, también serán doctores en Educación, grandes doctores. Pero si renuncian, todos los años de esfuerzo se habrán perdido. Luchen por la vida, por el conocimiento. Nosotros nos estamos reciclando y de momento hay relámpagos del milagro educativo finlandés, clases personalizadas o TIC que cambiarán el estilo de enseñanza convencional. El Covid nos tiene a los profesores como a los médicos que lo combaten y al personal sanitario. Los profesores también trabajamos 24 horas si hace falta para que ustedes superen al enemigo de la ignorancia. Así que luchen por su futuro, no importa el medio, al virus tenemos que vencerlo con la investigación y el trabajo que exhala el conocimiento humano.

Google news logo
Síguenos en
Antonio Rodríguez Jiménez
  • Antonio Rodríguez Jiménez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.