Con el recuerdo del impacto que nos causó el filme Parásitos de Bong Joon-ho descubrimos en la cartelera cinematográfica y las plataformas de streaming una nueva película con el sello coreano: Minari, un filme que narra el proceso de adaptación de una joven familia coreana en Estados Unidos en los años ochenta. La película es una producción estadounidense escrita y dirigida por Lee Isaac Chung quien, como hijo de inmigrantes coreanos, creó un relato filmico basado en experiencias propias y de su familia.
La historia de la joven familia de inmigrantes es narrada a partir de un cambio de entorno y rutinas ya que la pareja con dos hijos se muda de los Ángeles a un lugar apartado de Arkansas. El reajuste de cada miembro de la familia a la nueva situación, los motivos y expectativas relacionadas con el cambio y el objetivo de buscar un futuro exitoso, ponen a prueba la armonía familiar, el entendimiento de la pareja y los planes de vida para sus hijos. La historia que se desarrolla con un ritmo pausado y la detallada observación de la vida diaria, le permiten al espectador conocer y disfrutar de elementos de la cultura coreana al mismo tiempo que lo llevan a reconocer los característicos conflictos de personas en condición de inmigrantes en cualquier país: La sensación de extrañeza, el sentimiento de destierro, la nostalgia de los sabores de su tierra y del idioma materno que provocan depresión y soledad.
La primera secuencia del filme nos lleva en el automóvil de la familia a la campiña de Arkansas donde Jakob, el padre de dos niños, compró algunas hectáreas de tierra virgen que pretende convertir en una próspera huerta de verduras coreanas. Detrás del camión de mudanza el coche se detiene en pleno campo frente a su nuevo hogar: Una casa rodante de buen tamaño en medio de prados y bosques. “¿Una casa con llantas?, pregunta el hijo menor David, mientras que su madre Monica, se muestra profundamente decepcionada y le comenta a su marido: “¿Esto es lo que me prometiste?” El hombre, sin embargo, no se deja intimidar e invita a su familia a caminar por el campo, admirar la naturaleza y oler un puñado de tierra fértil. Es aquí dónde espera encontrar la tierra prometida y realizar su sueño de agricultor exitoso. Es triste que mientras llega el éxito, él y su esposa tienen que trabajar en un criadero industrial de gallinas.
La llegada de la abuela Soonjo de Corea enriquece el filme con algunas de las escenas más íntimas, humanas y también tristes. La mujer representa la defensa de las tradiciones, la sabiduría y el pragmatismo que convierten los pleitos de la pareja, los conflictos de los niños y el problema cardiaco del pequeño David en lecciones de vida y supervivencia. Es ella quien da pie al título del filme ya que minari es el nombre de una hierba, una especie de perejil asiático, cuyas semillas echan raíces, se reproducen, sirven para preparar un popular platillo coreano y crear un hogar.
Annemarie Meier