Cultura

"Ghost in the Shell"

  • La pantalla del siglo
  • "Ghost in the Shell"
  • Annemarie Meier

De una película de ciencia ficción nos esperamos mucho más que una historia que sucede en un futuro donde existen avances científicos y tecnológicos de los que no disponemos todavía. De los viajes a otras galaxias y tiempos que preocuparon gran parte de la ciencia ficción de la segunda mitad del siglo XX, los temas de un buen número de relatos actuales se desplazaron a la inteligencia artificial, el universo tecnológico digital, la genética y robótica. Ghost in the Shell (La vigilante del futuro) de Rupert Sanders narra de un futuro y una metrópoli controlados por la robótica y la tecnología de la información y en la que los humanos crean y conviven con los ciborg. El filme, basado en el animé de Mamuro Oshii (1995), realizado, a su vez, a partir de un manga de Masamune Shirow (1989), muestra a Japón a través del ambiente, la escenografía y estética visual de la película. La protagonista y la mayoría de los personajes, sin embargo, son occidentales, hablan inglés y transmiten los valores y conflictos de las películas de acción estadounidenses.

La película narra la creación y la lucha de la agente Major (Scarlett Johansson) contra un hacker terrorista y un directivo de la empresa HankaRobotics que la utiliza como arma mortal. Al mismo tiempo que cumplir con su encargo en un grupo especial, Major descubre en un doloroso proceso de autorreconocimiento, su esencia humana que se mantiene viva en su cerebro, el único órgano humano en un cuerpo artificial.

Las frecuentes preguntas ¿quién eres? y ¿quién soy? que Major dirige a la científica Dr. Quelet (Juliette Binoche), sus compañeros y el jefe de la sección 9 (Takeshi Kitano), no tienen respuesta ya que la empresa miente sobre su origen, sus recuerdos y los supuestos terroristas que tiene que combatir. El interés que el espectador siente por la bella y atormentada Majorie se pierde en la trama de acción que resuelve los conflictos mediante persecuciones, luchas y destrucción. Quizás para reforzar el mensaje que se repite varias veces durante el filme: “No son los recuerdos los que nos definen, sino las acciones”.

¿Qué hay de rescatable en un filme que pierde el rumbo de los personajes y sus conflictos existenciales y éticos? Cuando se pierde el alma (ghost), lo que queda es el caparazón (shell) que el director Rupert Sanders pone en cámara y escena como gran espectáculo visual.

Ghost in the Shell es Metrópolis y Blade Runner “modernizados”con hologramas, luces y movimiento. Los efectos visuales remiten a Terminator y Matrix, los efectos especiales al cine de acción. En algunos pocos momentos de belleza y reflexión el filme se asoma al tema de la corporeidad y el futuro del cuerpo humano manipulado por la genética, la robótica, la química y nuevos adelantos científicos.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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