Ya no es como antes, dice siempre el Presidente y dice bien, antes estábamos vivos, ahora ya no tanto. Huele a copal y a pan de muerto con su harina mojada en agua de azahar, esa con la que te empieza a dar sueño. Tapetes de flores, caminos de veladoras y una manada de xoloitzcuintles para que nos guíen al Inframundo. ¿O será que ya llegamos? Inframundo mexicano lleno de cuchillos de obsidiana que se clavan por la espalda y lamentadas. Trinches, calaveras y ollas con aceite hirviendo en un nudo de sincretismo que nuestro Presidente quiere deshacer con un mazo, mientras el que recibe el mazazo nos dice “disculpe usted”. Inframundo donde cada día hay menos empleo y más enfermos. Inframundo lleno de humo que sale de Dos Bocas y nueve gargantas que tienen los nueve niveles del infierno mexicano. Humo que sube desde Mictlán hasta las manos de la mazateca que le hace una limpia al Presidente ahumándole el saco y, como dice mi amigo Diego, toda la investidura presidencial.
Teresa de Jesús Ríos, la indígena que en el nombre lleva la inutilidad del perdón, trae huaraches, huipil multicolor, rebozo y cubrebocas detrás del cual se escucha el estupor: “Es un hombre de mucha fe, yo creo que por eso no usa cubrebocas”. Ay, mis hijos… se extiende un lamento a lo lejos, si la fe que le tenemos a las limpias se la tuviéramos a la ciencia… Ay.
Se establecen tres días de luto nacional. ¿Cuántos llevamos ya? Los primeros que se decretaron fueron del 13 de agosto al 11 de septiembre. De tantos minutos de silencio nos vamos a quedar mudos. ¿O ya lo estamos? Mudos porque estamos muertos o porque en el Inframundo mexicano está empezando a dar miedo hablar. La bandera se va a acostumbrar a estar a media asta. ¿Cuándo se podrá izar? País en luto constante. Inframundo es donde ganan los muertos. Inframéxico.
¡Ay cuánto dolor y pena! y nosotros sin medicinas. No, ya no es como antes. Un millón menos de empleos que antes, 20.2% más entierros que antes, 76.9% más cremaciones que antes, 40% menos compra de pan de muerto que antes, 50% menos venta de flores que antes, 60% menos gasto en adornos y ofrendas que antes, 75% menos venta de disfraces que antes —no, eso sí no puede ser—, disfrazados, haciéndose el que no es, hay por todos lados.
¿Me da mi calaverita? Y el que viene disfrazado de subsecretario de Salud se apresta a dar y repartir. Se la dan a los artistas y a los cineastas y a los científicos y como dice mi querida Sabina, le dan su calavera a toda la clase media para que se muera. Calaverita a los 50 mil muertos que la Secretaría aceptó que sí murieron, además de los 90 mil. No tienen ni para cuando acabar.
¿Me da mi calaverita? dicen los dueños de los negocios, esos que caminan porque tienen que caminar, pero que están muertos en vida. Y el que viene disfrazado de jefe de la Oficina de la Presidencia les dice que escuchen bien y que se pongan a invertir. No lo van a hacer. Este Inframundo mexicano da miedo, de lejos se ve que el papel picado está hecho con hojas de nuestras leyes a las que les picaron danzantes y huesos.
Dice la tradición que transitar las regiones infernales mexicanas tomaba cuatro años. Deambulemos, pues, estos cuatro años, aunque hasta el cempasúchil esté muerto en los botes de los floristas que no vendieron.
@olabuenaga