¿Qué quieres ser de grande? Epidemiólogo, van a responder muchos niños pronunciando con lentitud la difícil estructura de una palabra con tanta sílaba pegada. Los niños anhelarán entender los virus y las moléculas largas de ADN y las proteínas que contienen y cómo todo ese veneno —porque ese es el significado de la palabra “virus” en latín— se reproduce en nuestras células y nos enferma. Con lo cual, si después de la llegada del hombre a la Luna toda una generación tomó los telescopios, miró al cielo y soñó con ser astronauta, ésta bajará la cabeza frente a los microscopios y se imaginará a sí misma siendo e-pi-de-mió-lo-go que salva a la humanidad.
Todos sabemos que esta pandemia que nos tomó por sorpresa y nos hizo darnos cuenta que somos más pequeños que un coronavirus, está cambiando al mundo: ese que, por cierto, creíamos nuestro. Tenemos claro que mientras estamos encerrados el virus está actuando en las células sociales, económicas, laborales y que para cuando salgamos del encierro, muchas cosas no solo habrán cambiado, habrán mutado. Si transitar por la enfermedad representa uno de los retos más grandes a los que nos hemos enfrentado, adaptarnos y tratar de modelar el nuevo mundo que nos dejará la enfermedad resultará una hazaña.
Y aunque esto será cierto para todos, resultará singular, constitutivo y vertebral para una generación a la que desde hoy algunos ya denominan la Generación Pos covid o Generación C.
Se trata de los jóvenes menores de 16 años hasta los que hoy están naciendo. La Generación C, la del coronavirus, la de la Primera Crisis Global, la de la Gran Depresión y el Encierro. Jóvenes cuyo mundo en la adultez será el que habrá dejado la pandemia.
La Generación C habrá visto y será la esperanzadora contraparte de la enorme cantidad de muertes que el coronavirus cobrará entre los Baby Boomers, una generación que nació con la alegría de haber terminado la Segunda Guerra Mundial y, paradójicamente, sucumbirá en otra Guerra Mundial: la de encontrar la cura para una enfermedad mortal.
Esta generación de la que le escribo estaba llamada a ser la Generación A. Y es que, después de la X, la Y (que terminamos por llamar Millenial) y la Z, tendríamos que haber nombrado a esta la Generación A. Sin embargo, el virus cobró la vida de tantos, que terminó por matar también dos letras y por eso, esta será la Generación C. Una que, a diferencia de las que la preceden, apreciará más las cosas simples, la ropa floja y los zapatos sin tacón. La casa, los jardines, los cuartos propios y los comedores grandes. No necesitará una oficina, pero sí los servicios de entrega a domicilio. Querrá más a los abuelos, a la familia y a las mascotas. Le gustarán los rompecabezas y la televisión por las noches. Sabrá cocinar, pero su comida predilecta será el spaghetti y los huevos revueltos -porque uno de los estrellados siempre termina por romperse. Aprenderá a vivir con menos, viajará menos, necesitará menos. Tendrá menos amigos, pero se reunirá más con ellos. Será más tolerante y se sobrepondrá más fácilmente. Respirará más hondo e irá menos al psicólogo. Será más sano, más humano y también más tecnológico. Confiará más en sí mismo y desconfiará con la fuerza de una pandemia, del suyo y de todos los gobiernos.
@olabuenaga