Através de la historia se ha comprobado que el proteccionismo no enriquece a los pueblos, sino que los empobrece. Uno de los peores resultados de la reciente campaña presidencial en Estados Unidos fue la victoria del proteccionismo sobre el libre comercio. Los acuerdos de libre comercio fueron utilizados por candidatos como Donald Trump y Bernie Sanders como el chivo expiatorio de la desigualdad creciente en EU, cuando en realidad existen otros factores que explican esta brecha.
Lejos de ser una herramienta de 1 por ciento para subyugar a la mayoría, los acuerdos de libre comercio generan una mayor competencia, fomentan el crecimiento económico y abaratan los bienes de consumo, lo cual aumenta el poder adquisitivo de la población. Además, en México los empleos en empresas exportadoras pagan salarios 35% por encima del resto de la economía. Todo esto gracias al TLC que entró en vigor hace más de 20 años.
Lo que no ha sucedido en los últimos años en EU es un reconocimiento de que se requiere invertir más en educación y salud, y establecer reglas justas en el ámbito fiscal para que todos puedan competir de manera equitativa. Por muchos motivos, los estadunidenses han preferido invertir más en armamento que en programas de desarrollo social y capacitación de la fuerza laboral. Podemos aprender algo de los países nórdicos en este sentido en vez de culpar a la globalización por nuestros males.
Es importante subrayar que sí ha habido una pérdida de empleo en EU en el sector manufacturero en los últimos 20 años, pero por diversos motivos, entre ellos el avance tecnológico (que sustituye a los seres humanos por máquinas), la innovación, y una mayor competencia a escala global, particularmente de China. Según un estudio de Ball State University, de 2000 a 2010 87% de la pérdida de empleo se debió al aumento en la productividad (o el avance tecnológico), y tan solo 13% al comercio. El sector manufacturero de Estados Unidos sigue siendo de los más fuertes y rentables del mundo, simplemente utiliza menos mano de obra que antes y eso no va a cambiar, con o sin TLC.
En el caso del Acuerdo Transpacífico (TPP) lo acordado entre 12 países tiene virtudes que lo convierten en uno que va mucho más allá del comercio. Primero, desde la perspectiva geopolítica de EU representa un mecanismo para unir a las Américas con los mercados más importantes de Asia, con excepción de China e India. Es un hecho que China ha incurrido en competencia desleal en el ámbito comercial, como el dumping y el robo de propiedad intelectual, lo cual causa daño económico en México y en EU, y no existe un tratado de libre comercio con China. Precisamente, los TLC establecen reglas de juego que ayudan a garantizar una competencia justa.
Por otro lado, parece absurdo que Trump se jacte de querer endurecer la mano con China cuando le acaba de otorgar el mejor regalo posible: la noticia de que EU ya no participará en el TPP. Esta decisión abre la puerta al fortalecimiento de China en la región asiática y merma el liderazgo de EU. Gracias, Donald, por ayudar a China a ser “great again”.
El TPP ofrece también la oportunidad de modernizar el TLC al añadir disciplinas nuevas, como comercio electrónico y reglas que norman el desempeño de las empresas comerciales del Estado, entre otras. Adicionalmente, incluye capítulos que protegen como nunca antes el medio ambiente y los derechos de los trabajadores, algo que convierte al TPP en un acuerdo moderno y visionario.
Será muy importante que los demás países miembros del TPP sigan adelante con el acuerdo, a pesar de la ausencia de EU, aunque esto implique tener que renegociar ciertas disposiciones del tratado.
Por más contraproducente que sea el proteccionismo, hay que reconocer que los que apoyamos la globalización y el libre movimiento de personas y bienes no hemos logrado hacer llegar nuestro mensaje al público en general. Hillary Clinton optó por no defender el libre comercio, con la esperanza de obtener votos de los grupos de izquierda y los sindicatos, y tampoco le funcionó. La verdad es que son pocos los políticos que se han tomado el tiempo de explicarle a los ciudadanos la importancia del comercio internacional. Ahora resulta que el presidente Obama —un escéptico del comercio al inicio de su gestión— se ha quedado solo en la defensa del TPP.
La buena noticia es que las cifras están de nuestro lado y los hechos demuestran los beneficios del libre comercio. Tenemos que ser más creativos en cómo comunicamos dichos beneficios, y debemos promover políticas públicas (educación, capacitación de la fuerza laboral, y asistencia social) que ayuden a las personas que sean desplazadas por la globalización.
Convertir a nuestros países en islas aisladas no es solamente poco realista, sino que sería un gran retroceso. Hoy en día el libre comercio está bajo amenaza, lo cual puede tener consecuencias catastróficas para la economía global. Como región, América del Norte será más fuerte si actuamos juntos en todos los ámbitos. Luchemos en contra de la ignorancia y la intolerancia, y a favor de la libertad en todos sus aspectos, incluido el libre comercio.
*Directora para México de McLarty Associates, miembro del Comexi, estadunidense por nacimiento y mexicana por elección