No hay peor ciego que el que no quiere ver. Si Andrés Manuel López Obrador y sus subordinados no resuelven ya lo que le pasó a Ciro Gómez Leyva, algo muy malo sucederá.
No estamos hablando de un intento de asesinato más. Estamos hablando de un mensaje muy claro en contra de la Cuarta Transformación. Estamos hablando del principio del fin.
Nadie vale más que nadie en el mundo de la comunicación, pero Ciro ocupa una posición particularmente estratégica.
No sólo es el conductor de uno de los noticiarios de televisión más vistos de todo México, es el rostro de uno de los grupos empresariales más poderosos de la nación.
Ciro, además, en radio, es un éxito total. Y ni hablemos de lo que ha hecho en los medios impresos o de lo que provoca en las redes sociales.
Este señor es famoso. Este señor es importante. Este señor tiene un peso muy especial en la comunidad de reporteros, editores, conductores, productores, locutores, coordinadores y, por supuesto, empresarios.
Ciro Gómez Leyva es el último gran maestro de periodismo en la historia de la comunicación mexicana.
¿A qué me refiero con esto? A que al igual que Jacobo Zabludovsky y Ricardo Rocha en su momento, Ciro ha creado cualquier cantidad de carreras y de medios de comunicación.
Y aunque hoy hay muchos ejecutivos muy fuertes en muchos lugares o no son periodistas o no son periodistas que salgan al aire, que den la cara, que pongan el ejemplo. Después de Ciro no hay nadie.
Si no fuera por él, por su intervención directa, decenas de inmensas figuras no estarían a cuadro, no habrían construido las carreras que han construido, no se hubieran reinventado o no se dedicarían a esto.
¿Por dónde quiere que empiece? ¿Por Denise Maerker, por Brozo, por David Páramo, por Elisa Alanís, por Manuel Feregrino, por Carlos Puig, por Rafael Ocampo?
Gracias a Ciro existen muchos programas de televisión y muchos programas de radio, columnas como ésta, periódicos enteros, portales.
Ciro Gómez Leyva no inventó los canales dedicados a transmitir noticias las 24 horas del día, pero fue el primero en hacerlos funcionar.
Estamos hablando de coberturas históricas, del resurgimiento de las mesas de análisis, de la transformación de decenas de académicos y de analistas políticos en estrellas de radio y de televisión.
Si Ciro no hubiera creado CNI Canal 40 y luego Notivox Televisión, México no tendría la explosión de canales noticiosos que tiene en la actualidad.
Estamos hablando de una carrera sin igual porque él, a diferencia de otros grandes formadores de periodistas, ha pagado las consecuencias de informar, de decir lo que piensa, de luchar en contra de figuras poderosísimas.
Ha padecido campañas de desprestigio en medios nacionales, ha sido atacado por miles de usuarios de las redes sociales, y ha ido y venido de un montón de empresas.
Incluso se ha sacrificado. Y siempre ha salido adelante. Ciro Gómez Leyva es una verdadera inspiración para todas y para todos, alguien muy amado y respetado.
En resumen: atentar contra él va más allá de lo que vemos a cada rato en este país. Es un atrevimiento. Es algo mil veces superior a lo que vivimos en los años 90.
Es atentar contra todas las personas y contra todos los medios que él inventó. Es atentar contra una parte muy sensible de la comunicación mexicana. Es una afrenta.
Pero no sólo eso, es atentar contra Andrés Manuel López Obrador, contra sus colaboradores y contra sus aliados porque al hacerlo, al poder hacerlo y al poder seguir impunes, estos delincuentes los están poniendo en ridículo.
En ridículo por la irresponsable narrativa del presidente contra Ciro y contra toda la prensa crítica de México y del mundo.
En ridículo porque no lo mataron, pero se salieron con la suya. El nivel de indignación de esta nota supera cualquier otro.
En ridículo porque sucedió, porque no se ha resuelto y porque aquí hay un ensayo de lo que podría venir rumbo a las elecciones presidenciales de 2024.
Sólo con un país verdaderamente inestable Morena podría perder la presidencia. Aquí está el principio de esa percepción. Aquí está el principio del fin. No hay peor ciego que el que no quiere ver. ¿O usted qué opina?