Ésta es una noticia mucho muy importante a nivel nacional e internacional.
Sí, yo sé que no se comenta a gran escala porque a muchas instancias no les conviene, por la más elemental oposición política o simple y sencillamente por odio, pero le juro que es de una relevancia monumental.
Es la noticia prohibida: se acaba de inaugurar en la capital del país la Cineteca Nacional de las Artes, un espacio maravilloso para todos los que amamos el cine de México, de Iberoamérica y del resto del mundo.
Quiero que entienda que en muchos países, algunos verdaderamente ricos en cultura, mueren por tener una cineteca. Una.
La Cineteca Nacional de las Artes es la segunda cineteca de la Ciudad de México.
Y ahí viene la cineteca de Chapultepec, y ya es un hecho que las multitudes de todo México van a poder gozar de esto y más a través de la red de teatros y espacios culturales del Instituto Mexicano del Seguro Social.
¿Sí entiende la magnitud de lo que le estoy diciendo? Nada más en la Cineteca de las Artes son doce salas comodísimas con lo último de lo último para que el pueblo tenga acceso a materiales que no son los que las grandes corporaciones globales nos quieren obligar a mirar.
Esto se suma a lo que ya existía en mi amadísima Cineteca Nacional de siempre y a lo que hay en otras ciudades como Monterrey. Es un notición.
Por si lo que le acabo de decir no fuera lo suficientemente relevante, hay un punto que tengo la obligación moral de poner sobre la mesa:
Tuve el privilegio de conocer a fondo los viejos Estudios Churubusco y de ver cómo se fragmentaron para la construcción del Centro Nacional de las Artes (donde está ahora la nueva cineteca).
Vi, con tristeza, que una parte de ese espacio que le pertenecía al pueblo de México se le entregó a la iniciativa privada para que hiciera más negocios levantando un complejo de cines.
Así como ocurrió con Los Pinos, la Cineteca Nacional de las Artes recupera ese espacio para el pueblo de México y tan lo recupera que en estos días las funciones de las seis salas que ya están operando son completamente gratis.
¡Y qué cree! Son un éxito. Fui, como cualquier ciudadano, a conocer ese espacio y todavía no puedo creer lo bien que me la pasé ni las reacciones de la gente.
Es más o menos lo que está pasando con Chapultepec Naturaleza y Cultura.
Aquellos jardines del CNA a los que antes casi nadie entraba por el clima de tensión que provocaban las miradas de los guardias (a menos que hubiera eventos específicos como ciertas ferias del libro), ahora están siendo aprovechados por familias que se tiran en el paso a jugar, a convivir.
Y la Cineteca Nacional de las Artes es una belleza. Obviamente siempre es mejor planear en línea o a través de las Apps, pero aquello no puede tener más éxito, no puede ser más gratificante.
El público, feliz. Todas las funciones llenas. Y todo lo que hay alrededor es fantástico.
Desde la exposición de carteles de las primeras muestras de la Cineteca Nacional hasta la de los rostros de las mujeres de nuestro cine pasando por el estacionamiento y los precios de las golosinas.
Debo confesar que me hizo inmensamente feliz que la cineteca regresara a esos terrenos, muy cerca de donde estuvo la primera Cineteca Nacional. La que se quemó.
Creo que es algo que manda un mensaje que se necesitaba.
Y ya en términos personales, ver “La tarea” con la inmensa María Rojo y el estupendo José Alonso en el mismo espacio donde la vi por primera vez en 1991 (ahí estaba el legendario cine Pedro Armandáriz) fue como un regalo de Dios, un premio de la vida.
Qué orgullo que en México estén pasando estas cosas. Por favor, aprovéchelas, disfrútelas y compártalas para que se sepan. ¡Felicidades!