Política

AMLO, los medios y la continuidad

Llevo varias semanas consumiendo todos los contenidos que he podido sobre “las corcholatas”, Xóchitl Gálvez y AMLO, y estoy aterrado.

¿Por qué? Porque creo que un muy alto porcentaje de los periodistas, conductores y locutores que están hablando de esto, no han entendido que ya no estamos en 2017, ni 2011 ni 2005.

Ese tono entre sensacionalista, cínico y burlón era muy apreciado en aquel entonces porque veníamos de la escuela de la comunicación de los años 90. Se necesitaba.

Ahora que el sensacionalismo, el cinismo y las burlas las puede hacer cualquiera y que las multitudes saben que detrás de cada agresión puede haber desde dinero hasta intereses corporativos pasando por cuestiones mil veces peores, urge cambiar los discursos, revisar las formas.

No se trata ni de dejar de informar ni de hacer a un lado la crítica. Se trata de ser responsable, profesional. Menos gritos y más empatía. Menos chistes y más comunicación.

Lo que estamos viviendo en México es absolutamente inédito y no puede ser visto desde una óptica como la que teníamos cuando estaban por terminar los sexenios de Peña Nieto, de Calderón o de Fox.

Tenemos al presidente más popular de todos los tiempos y por primera vez, desde las elecciones de 1982, las multitudes que salen a votar, en lugar de clamar por la llegada de un poder ejecutivo de otro partido, quieren más de lo mismo.

Acuérdese. En aquel momento, a pesar de los problemas económicos que se vivieron en la administración de José López Portillo, los mexicanos volvieron a votar por el PRI.

En 1988, no. El “pequeño” detalle fue que se “cayó” el sistema y no se pudo dar la transición. En 1994 tampoco porque el asesinato de Luis Donaldo Colosio aniquiló las elecciones.

Fue hasta 2000 que las mayorías pudieron cambiar a otro partido. En 2006 la insatisfacción era más que evidente y, en consecuencia, se quiso cambiar de partido.

Usted sabe que no se pudo por aquella cuestionable minúscula diferencia de votos entre Calderón y López Obrador, por el famoso “fraude”.

Una vez más nos fue pésimo, los mexicanos quisimos un cambio, pero ocurrió lo insólito: el PAN se dejó ganar por el PRI. Y sí, cambiamos, pero para mal.

¿Cómo estábamos al final de ese sexenio? Desesperados. Haga memoria. No queríamos ni más PRI, ni más PAN. Y ganó Morena.

Hoy todo es diferente. Le guste a quien le guste o le moleste a quien le moleste, la popularidad de AMLO hace pensar que el electorado no va a querer un cambio de partido en 2024, que va a apostar por la continuidad.

Pero tenemos un problema: han pasado 41 años desde las elecciones de 1982. Nadie sabe cómo manejar un proceso ni preelectoral ni electoral encaminado a la continuidad.

Nuestros líderes de opinión sólo saben jugar ante una sociedad furiosa, ansiosa, temerosa, que no es ésta.

Resultado: uno se mete a los portales, enciende la radio o mira la televisión y no conecta con los medios. Es como si se tratara de material viejo, de comunicadores atrapados en el pasado.

Y no es una cuestión generacional porque hasta los más “chavitos” manejan las mismas narrativas de los más “rucos”.

Es como si Andrés Manuel López Obrador fuera la oposición de un poder que cree que nos sigue gobernando. Es no saber leer la realidad.

Perdón, pero es muy patético y sí está mal porque tarde o temprano las consecuencias de eso se van a ver reflejadas en los números, en las audiencias, en las ventas y en la influencia.

Va a ser una catástrofe que podría dejar a muchas empresas peor que cuando dejaron de recibir los presupuestos oficiales entre 2018 y 2019.

Y ni modo de volver a echarle la culpa a la tecnología o a las redes sociales. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Estamos a tiempo de hacer algo más allá de estrenar producciones y moverle a las parrillas de programación. Urge cambiar los discursos y revisar las formas. Urge entender que estamos viviendo un momento inédito en la historia de México. ¿O usted qué opina?

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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • [email protected]
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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