“The Bear” es una de las mejores series de todo el mundo. No verla es no estar al día. No verla es no vivir. Así. De ese tamaño.
Esta creación de Christopher Storer (“Ramy”) es ese punto cumbre en que el streaming se convierte en poesía.
Estamos hablando de un contenido capaz de fusionar el cine con otras artes, como la gastronomía, como pocas veces se ha logrado en la historia de la humanidad.
Esta producción de Tyson Bidner (“The Whale”) es una oda a la pulcritud, a la disciplina y a muchos de los valores humanos menos atendidos en la historia del espectáculo.
Verla completa tendría que ser una obligación para muchas personas, para muchas familias.
Dicen que es sobre comida, sobre restaurantes. Sí. Tal vez. Pero la verdad va más allá. Es sobre la ausencia. Es sobre lo disfuncional. Es sobre la vida hoy.
“The Bear” hubiera sido inimaginable en 2014, en 2004 o 1994. Cuando uno la mira entiende cosas del presente, se sensibiliza, se inspira y, lo más maravilloso de todo, respeta.
No hay manera de ver toda esa brutalidad y de no respetar a todas las personas que están sufriendo. No hay manera de ver todo ese esfuerzo y de no respetar a todos los que lo están intentando.
Ayer estuve en el Pujol. Gracias a la generosidad de Disney+, viví su experiencia, la experiencia de un restaurante con estrellas Michelin.
Cada episodio de “The Bear” es como un platillo del Pujol. Me imagino el texto trabajado como esos ingredientes, las actuaciones construidas como esas recetas, los valores de producción aplicados como esos montajes.
Amo mucho esta serie porque es arte y amo el arte, creo en el poder del arte.
Ojo: como dice Alejandra Frausto, nuestra secretaria de cultura, para mí el arte no es un adorno, no es para las élites. Para mí el arte es para todos. Es un derecho.
“The Bear” es para todos. No se confunda. No se deje engañar.
La temporada uno trata de una cosa. La dos, de otra. Y yo tendría que ser el peor periodista de México si no le rogara que las viera bien, en orden, despacito. Le juro que su vida cambiará.
Habrá momentos en que sentirá una tensión tremenda. Otros, una piedad inmensa. Jamás volverá a comer como antes. Jamás volverá a ver contenidos como antes.
¿Cuál es la nota? Que hoy miércoles 17 de julio se estrena la temporada tres de esta obra maestra en Disney+.
Tuve el gran honor de ver esto con anticipación y sólo le diré una cosa: el primer episodio de la tercera temporada de “The Bear” es probablemente el mejor inicio de una temporada intermedia de todos los tiempos.
Es el capítulo que faltaba, lo que no habíamos visto, lo que no sabíamos que íbamos a ver.
Sí, para genuinamente apreciarlo hay que haber visto las dos primeras temporadas completas. Lo siento. No se lo puedo decir de otra manera.
Cuando las haya visto y llegue ahí no lo va a creer. Va a sentir un vuelco en el corazón.
¿Se acuerda de esa escena de la película “Ratatouille” en la que el crítico prueba un bocado, viaja en el tiempo, vuelve a ser niño y su alma se eleva?
Juro por Dios que eso es lo que usted va a sentir cuando llegue a ese episodio y ya después, cuando llegue al dos, flotará, flotará y volverá a flotar.
Yo podría estar aquí horas enteras hablándole de cada personaje, de cada actuación, de secuencias específicas, de la fotografía, del sonido, de la edición y de mil cosas más, pero no lo quiero aburrir.
Mejor prepare su paladar para una de las experiencias audiovisuales más exquisitas del año y luche con todas sus fuerzas por ver esto ya, ya, pero ya, en Disney+. Le va a gustar. De veras que sí. ¡Viva “The Bear”!