
Me siento como cuando comenzaron las narcoseries. ¿Por qué? Porque aquí no sólo vamos a convertir en héroes a los peores delincuentes. Aquí todos nos vamos a querer convertir en “hijos de puta”.
¿Usted quiere ser un “hijo de puta”? ¿El mundo necesita más “hijos de puta”? ¿Nuestras mujeres deben tratar con peores “hijos de puta”?
¿De qué estoy hablando? De este lamentable fenómeno de historias dizque empresariales que, apoyadas en la popularidad de ciertas marcas, está inundando las plataformas.
El problema radica en que se están haciendo a destajo y con una irresponsabilidad que ofende.
No, nos confundamos. Por más castigo que reciban los villanos al final o por más complejos que parezcan los personajes, esto acaba por convertirse en la promoción de cosas siniestras.
¿Como cuáles? Como la corrupción, la violación de la ley, la manipulación de la información y atentados muy claros contra la vida, la seguridad personal y la salud.
Sí, suena fascinante que a uno le digan que le van a contar la historia de Theranos en “The Dropout” de Star+ o la de WeWork en “WeCrashed” de Apple TV+.
No hay manera de vivir en la realidad, de enterarse de eso y de no querer ver. ¿Pero qué pasa cuando uno mira cómo esos personajes llegaron a donde llegaron?
¿Qué sucede cuando uno compara esos ejemplos, por más mal que hayan terminado, y le echa un ojo a su cuenta bancaria?
No hay manera de estar ahí y de no acabar gritando: ¡De qué me ha servido trabajar como trabajo! ¡Mejor hubiera pasado por encima de todos desde un principio! ¡Al diablo con la ley!
¿Por qué le estoy diciendo esto? Por el reciente estreno de la miniserie “Super Pumped” en Paramount+.
Como seguramente usted sabe, porque la campaña publicitaria ha sido monumental, “Super Pumped” narra la historia de Uber.
¿A qué mujer o a qué hombre de 2022 no le gustaría conocer la historia de Uber?
Sólo que hay un pequeño detalle. Ya no estamos ante biografías corporativas como las de McDonald’s, Kentucky Fried Chicken o Bimbo.
Lo primero que le dicen a uno cuando comienza a ver aquello es que para trabajar en Uber hay que ser “un hijo de puta” (por eso utilicé el lenguaje que utilicé al principio de esta columna. Por favor discúlpeme).
¿Quiere que le cuente lo demás? ¡No! Es como decir que a Pablo Escobar lo matan en “El patrón del mal” pero que, mientras pudo, se la pasó de maravilla con cualquier cantidad de millones de dólares y de placeres sin mencionar la parte del poder político, social y cultural.
¿Usted no cambiaría su larga vida en la humildad por una corta existencia la mitad de glamorosa y emocionante que las de los protagonistas de las narcoseries?
Me parece espantoso que con contenidos como “Super Pumped” nadie diga nada.
¿Por qué? ¿Porque suponemos que sólo lo que hacemos en Latinoamérica puede alcanzar toques negativos? ¿Porque se trata de actores de Hollywood? ¿Porque estamos hablando de Uber?
No, perdóneme. Alguien tiene que hablar con los supervisores de contenidos también en Estados Unidos por su propio bien.
No son ganas de molestar. Es una auténtica preocupación crítica.
¿Con qué cara la voy a recomendar una miniserie que promueve estas ideas?
Me siento como cuando comenzaron las narcoseries. ¿Usted no?