El domingo pasó algo importante: el mundo entero se deshizo en insultos y en elogios hacia Rihanna por su participación en el Super Bowl.
¿Usted es de los que odiaron su “show” de medio tiempo? ¿Usted es de los que lo amaron?
Perdón, pero aquí, como en todo en el siglo XXI, sólo se puede odiar o amar. No hay medias tintas.
¿Cuál es la nota? Obvio, que esto fue un éxito y que la señora triunfó aparatosamente. Y si a eso le agregamos la parte social: ¡Bueno, tenemos el cañonazo del año!
¿Puede haber una aportación más gloriosa en términos ideológicos que poner a una mujer embarazada sola en medio del Super Bowl?
A lo mejor usted es muy joven y no le tocó o es una persona madura y jamás se percató, pero hubo una época, hace no muchos años, en que estaba prohibido ver mujeres embarazadas en televisión.
Y eso sucedía en México, en Estados Unidos y en todo el planeta. Me imagino que Rihanna no se embarazó para cantar en ese evento pero empoderar a una mujer embarazada afrodescendiente en la máxima fiesta mediática de Estados Unidos mandó el mensaje más apropiado, justo y valiente de toda la historia de los Super Bowls.
Por otro lado, y lo tengo que decir como crítico, ese espectáculo de medio tiempo estuvo increíble por todo lo que implicó técnica, coreográfica y visualmente.
Le suplico que enfríe su cabeza, que actualice su escala de valores y que reconozca la complejidad de ese escenario, el riesgo para todos los que estuvieron ahí y la sofisticación audiovisual.
Era ciencia ficción. Era una oda al talento. Era un muy merecido homenaje a la gran familia estadounidense. ¡Felicidades!
IMPORTANTE
A propósito de eventos históricos, en el Teatro Milán de Ciudad de México tenemos “Afterglow”.
¿Qué es esto? La primera obra para adultos que habla de lo que es el amor hoy. Es como “Siete veces adiós” pero sin música y con desnudos.
Imposible estar ahí y no sensibilizarse. Imposible ver aquello y no reflexionar. Imposible vivir esa experiencia y no crecer como mujer, como hombre, como ser humano.
Y es que, contrariamente a lo que muchos pudieran suponer, no es una obra exclusiva para la comunidad LGBT ni el típico “show” de hombres que se encueran.
Estamos ante un texto prodigioso de un creador neoyorquino llamado Asher Gelman que está conquistando los escenarios más importantes del mundo.
No le voy a contar detalles, pero yo mataba por ver algo así. Conozco cualquier cantidad de historias similares pero nadie se había atrevido a sacarlas a la luz pública.
Y es que mientras las redes, los medios y las plataformas siguen hablando del amor como era antes, en el mundo real vamos de las Apps de sexo al poliamor y de la pansexualidad a la maternidad subrogada.
Cualquier conflicto amoroso que usted vea en los escenarios hoy, ante este panorama, es como de museo. Urge ver y discutir “Afterglow”. Urge felicitar a su productor (Sergio Gabriel), a su director (Juan Ríos Cantú) y a sus actores.
¡Qué barbaridad de interpretaciones! Roberto Carlo, Manuel Balbi y Luis Vegas, que fue el reparto que me tocó, actúan hasta con los pies.
Obviamente regresaré para ver a Carlos Basabe y a Roberto Romano
alternando funciones porque, en serio, esta obra es inmensa. ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravísimo!
Álvaro Cueva