Espectáculos

Querido Arquitecto Héctor Benavides:

Recibí con profundo dolor la noticia de su muerte, algo tan importante que esa misma noche se reportó en los noticiarios más poderosos de la capital de la nación.

Y es que México no es sólo la Ciudad de México. México es todo el país y usted, desde Monterrey, revolucionó el periodismo de una manera tan admirable que si no fuera por sus aportaciones no existirían muchos programas, muchas carreras ni muchas de las bendiciones que tenemos hoy.

¿Se acuerda cuando le pregunté lo de “El club del martillito”? A mí no me tocó pero se me hace la mejor manera de celebrar su carrera.

Usted, a diferencia de los líderes de opinión del siglo XXI, no comenzó ni en una fina universidad ni haciéndose el interesante, empezó como locutor, como locutor de la vieja guardia.

¿Sí entiende la magnitud de lo que le estoy diciendo? Hace más de 60 años, ser locutor era la cosa más divina del universo, era la posibilidad de construir puentes entre el público y los anunciantes, entre las audiencias y la radio, entre la gente y la televisión.

Y usted inició en las áreas de entretenimiento, haciendo felices a las multitudes, en aquellos legendarios programas de concursos.

Siempre he creído que ahí fue donde usted entendió que lo más importante de este negocio no está ni con los políticos ni con los empresarios. Esta con el pueblo.

Cuando le tocó llegar a las noticias, no batalló ni tantito para conectar con las amas de casa, con los trabajadores, con las personas más humildes.

Usted fue el primer conductor de toda la historia de la televisión mexicana en trabajar para la gente, en ayudar a la población.

¿Cómo? Organizando lo que ahora llamamos campañas de responsabilidad social y dándole un giro a la información privilegiando lo muy, muy local, sobre lo muy, muy nacional.

Ojo, arquitecto. Esto no fue ni en los 90 ni en los 80, fue cuando la televisión era en blanco y negro. Antes que todo. Antes que nadie.

Y aquí hay algo que se me hace fundamental: usted no lo hacía ni para un medio público ni para un canal universitario. Lo hacía para un medio privado.

¡Para que luego no anden por ahí algunas empresas y ciertos personajes colgándose medallitas que no les corresponden!

Yo no sé si a usted le copiaron sus ideas. Lo que sí sé es que en este país tan centralizado, los chilangos jamás van a reconocer que usted empezó todas estas cuestiones en los diferentes medios de la familia González.

Nomás con esto tenemos material para dar y regalar, ¡pero qué cree!, apenas estamos en el principio.

Usted sí era un soldado del periodismo televisivo, un héroe capaz de tomar el micrófono en las grandes emergencias regionales y de no soltarlo en más de 30 horas de transmisión ininterrumpida.

Y mientras estaba en eso tomaba decisiones, coordinaba a su gente y le enseñaba a las nuevas generaciones porque, eso sí, usted siempre fue un gran líder, un gran maestro.

Por eso todos lo queríamos tanto. Nadie, absolutamente nadie, de su tamaño, era tan amable, tan educado, tan humilde pero, al mismo tiempo, tan fuerte, tan audaz, tan valiente.

No nos hagamos, arqui, usted inventó las mesas de análisis y de debate periodístico en televisión, usted se sentaba con los gobernadores y los hacía temblar.

Quién sabe cómo le hacía porque les preguntaba exactamente lo que el pueblo quería saber, era de lo más incómodo, pero jamás grosero, jamás agresivo, jamás soberbio.

Aquí tengo su libro firmado. Aquí tengo muchos recuerdos. Quedamos en volver a platicar. Eso ya no sucederá y se me rompe el corazón porque con usted me quedaba claro que la vocación sí existe.

Quedan aquí sus discípulas, sus discípulos. Esos maravillosos rostros que usted formó tan de cerca. Queda aquí su público, su público que tanto lo amó. Su público que, como yo, tanto lo ama.

¡Gracias por todo, querido arquitecto! ¡Gracias por tanto! Nos va a hacer mucha falta. Descanse en paz.

Con todo mi amor, Álvaro Cueva.


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • [email protected]
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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