
De todos los programas especiales que se están haciendo alrededor de París 2024, ninguno me produce más sentimientos encontrados que “Joserra & Javier en París” de ESPN.
¿Por qué? Porque como está José Ramón Fernández, hay un tema de admiración y respeto pero, la verdad, está producido con las patas.
No puedo creer que los “shows” olímpicos de El Once, que es un canal público que se mueve en la “austeridad republicana”, se vean mejor que esto que es de una supermarca como ESPN y, peor tantito, de Disney+.
A mí no me interesa el chisme de que si Javier Alarcón está con José Ramón ni ninguna de esas tonterías jala rating.
Me interesa que estoy pagando para ver a esos dos señores mal vestidos, pésimamente maquillados, sentados en medio de la oscuridad de la noche, luchando por entender lo que tienen impreso en letras pequeñas en unas hojas de papel mal acomodadas que llevan en las manos mientras se quejan del frío, de sus enfermedades y hasta de sus caídas.
Si paso por enfrente me van a dar tanta lástima que irremediablemente me voy a sacar una moneda del bolsillo y les voy a dar limosna.
Perdón pero yo no pago ni el cable ni la plataforma para eso. No se ve profesional. Ni el más pobre de los influencers ha caído tan bajo.
Y sí, qué bonito que le hagan su reportaje-homenaje en vida a José Ramón Fernández y todas esas truculencias sentimentales pero el mejor reconocimiento a su trayectoria no es ese sino darle una producción digna, cuidada y competitiva.
Cualquier casa productora de cualquier lugar del mundo puede ir a París y crear algo bueno aunque no tenga los derechos como para sentarse al lado de los que sí pagaron.
ESPN no lo está haciendo. Sus posiciones están tan mal producidas que cuando uno está mirando la pantalla llega a dudar que estén transmitiendo en directo desde Francia.
La luz es peor que la de los foros virtuales donde es facilísimo poner de fondo la Torre Eiffel, los encuadres son tan planos que da pena imaginar a los conductores moviendo sus nalguitas para que entren los especialistas durante los comerciales.
Y ni contemos el número de cámaras porque entonces sí lloramos.
Yo le quiero poner un monumento a Odín Ciani, el magnífico reportero de “Joserra & Javier en París”, porque lo tienen haciendo el trabajo no de dos, de 10 reporteros.
Es un tema como de derechos humanos porque esto ya no es versatilidad, es explotación.
El pobre hombre va, viene, entrevista a los atletas que se dejan, arriesga su vida y su salud grabando secciones con ellos y hasta hace la parte de color.
Pero está prácticamente solo. No se siente ni el peso de una producción ni el de un director que le saque provecho a su potencial.
Cuando fue a la tumba de Marcel Marceau, por ejemplo, se sentó en la tumba para rematar la nota.
Perdón, pero eso es una falta de respeto. Si un director, si un productor, hubiera estado ahí, jamás lo hubiera permitido. Eso no está bien. Disney no puede insultar así la memoria de una estrella de ese tamaño.
Y ya que estamos en gente con posibilidades, yo tendría que ser el peor de los críticos si no felicitara públicamente a los vendedores de ESPN.
No puedo creer que teniendo un producto tan feo tengan semejante cantidad de anuncios ni tantas secciones patrocinadas, y que a uno, cuando las está mirando, se le antojen el pollo, el carro y todo lo demás. Eso es talento. ¡Felicidades!
Lo que no entiendo es por qué, si todo ese dinero le está entrando a la empresa por los Juegos Olímpicos, la pantalla se ve tan miserable.
De todos los programas especiales que se están haciendo alrededor de París 2024, ninguno me produce más sentimientos encontrados que “Joserra & Javier en París” de ESPN. ¿A poco no?