Sí, pero no, pues los datos de los que hablas no están de acuerdo con la información que están manejando los expertos… Las estadísticas a nivel mundial sobre los contagios dicen…, pero esos datos cambian en cada país… Recibí un mensaje que afirma…, pues yo recibo ocho cada hora… Me llegó un video donde hablan del cumplimiento de unas profecías del Antiguo Testamento…
A mí, mi hermana, que está muy metida en cosas de metafísica y de meditación trascendental, me comentó que les dijeron que un vidente dijo… Pues yo ya ando saturado…, lleno…, harto…, inquieto…, temeroso…
¿Verdad que antes no hubiéramos pensado que llegaríamos a padecer una situación como ésta… y además, confinados en nuestras propias casas? Ahora sí que podemos decir: “Paren el mundo; yo aquí me bajo”.
Hace dos horas recibí dos videos y una solicitud de una señora que me pedía que le diera mi opinión —como sacerdote— sobre lo que me envió. Después de haber dedicado unos minutos para ver de qué se trataban le respondí: “No los vi completos.
La doctora es exageradamente inteligente, pero no tengo la capacidad para saber si todo lo que dice sea cierto. Personalmente no me gustan los expositores tremendistas. Le quitan la paz a mucha gente. Contaminan la tranquilidad de las almas. Son tóxicos.
Dudo mucho que entre los que los escuchan haya alguien que pudiera enfrentar los males que ellos exponen. No te recomiendo verlos, y mucho menos pasarlos a otros”.
No sé por qué, pero a pesar de que estamos acostumbrados a escuchar sobre accidentes y violencia extrema, la muerte ahora nos está quitando la paz. Quizás se deba a lo que dice Muriel Barbery en su curioso libro titulado: La elegancia del erizo: “Ante la muerte las fortalezas se hacen añicos”, pues esta señorita llamada “pandemia” se puede hacer presente dentro de nuestras casas sin que la hayamos invitado.
Ahora mismo, prefiero irme a descansar leyendo un poema titulado “Esperanza”, de Alexis Valdez , y que parece que se lo atribuyen indebidamente a Mario Benedetti .
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