Dicen los grandes economistas que contraer deudas no es necesariamente malo si se orientan hacia un beneficio tangible a corto, mediano o largo plazo.
En Puebla, durante años, la política de no endeudamiento se ha convertido en una promesa de finanzas públicas sanas y equilibradas. Esta estrategia, se refleja en presupuestos que descartan ingresos a través de nuevas deudas para evitar compromisos que puedan arriesgar la estabilidad de los municipios más allá del trienio.
Sin embargo, el tablero político sufre una jugada inesperada. Ahora se analiza la posibilidad de que ayuntamientos como Puebla, Tehuacán, San Andrés y San Pedro Cholula, así como Cuautlancingo, soliciten créditos que en conjunto sumarían cerca de 7,300 millones de pesos y lo harían sin necesidad de la aprobación del Poder Legislativo.
¿Por qué, de repente, el Congreso del estado decide cambiar las reglas del juego?
Este giro despierta inquietudes ya que la política estatal de cero endeudamiento, fundamentada en la Ley de Disciplina Financiera de 2016, parecía marcar una línea clara: evitar deudas que pudieran transformarse en una bola de nieve, perpetuando cargas que se heredarían de administración en administración.
Tal como se criticó en el pasado a la gestión del panista Adán Domínguez, el riesgo es que estas nuevas obligaciones se conviertan en un lastre, comprometiendo el futuro económico de las ciudades.
Cuando un municipio pide prestado sin control, los riesgos son evidentes.
El problema no es endeudarse, sino hacerlo sin estrategia, porque sin reglas claras los ciudadanos terminamos pagando la factura.
Tic-tac en la SSC
Después de los últimos acontecimientos en la capital poblana, ahora los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana están más que preocupados, especialmente el grupo que encabezó las protestas para destituir a todos los altos mandos, incluido el titular de la corporación. Y es que la renuncia de Fernando Rosales Solís abrió la puerta a un relevo militar que, lejos de cuidar las formas, podría llegar con la consigna de desarticular a aquellos grupos que juegan a doble banda.
Habrá que ver quién toma el control y sobre todo, si los inconformes terminan siendo los primeros en resentir el cambio.