Política

Querido Doctor Freud

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • Querido Doctor Freud
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

La semana que se nos está escapando entre los dedos fue el cumpleaños de Sigmund Freud. El médico vienés nació el 6 de mayo de 1856 con la consigna de no ser un fracasado.

Mimado por la madre, avergonzado del padre, Freud no fue el médico-profesor que su familia esperaba y tampoco alcanzó la gloria que él soñó por sus descubrimientos sobre la condición humana; aun así, fue lo que tenía que ser, un gran pensador.

“Herprofessor”, como respetuosa y a la vez cariñosamente le llamaba el pequeño Hans, uno de sus pacientes indirectos; es llamado por muchos “el padre del psicoanálisis”. En lo personal, ese término me parece chocante, por todas las implicaciones que ha tenido verlo así, y que son precisamente el objeto de este escrito nacido del pre-texto ideal de acompañar el festejo cumpleañero.

Por mi parte, me gustaría más que Freud fuera llamado el “conceptualizador” del psicoanálisis, porque eso lo estaría regresando al estatuto original de gran pensador en el que la historia lo quiere colocar, y no solo al de un gran gurú o falso profeta como lo consideran algunos, para desgaste y banalización de su gran proceso filosófico.

Mi querido Doctor Freud propuso que el psicoanálisis fuera un método de investigación, un modo de interpretar la cultura y una terapéutica. Durante algunas décadas, las tres vertientes se cumplieron casi a cabalidad.

Por muchos años, las universidades aceptaron al psicoanálisis como un método de investigación, pero en la medida en que estos centros del conocimiento se fueron transformando para responder a las demandas del mercado, el psicoanálisis se volvió inservible y hoy no conozco alguna institución de educación superior —aunque eso no implique que no exista— que acepte una tesis bajo este método.

Han sido los filósofos los que han dado la cara por el psicoanálisis. Una teoría no debe ser una proclama para sostener una manera de vida que intente ser moralmente superior a las demás, sino un sistema de pensamiento que nos permita, justamente eso, pensar. Y pensar siempre significa pensar diferente. Por eso, han sido los filósofos los que se han encargado de dialogar con Freud y sostener sus aportes en el psicoanálisis o desde el psicoanálisis.

Y la terapéutica está atrapada entre las exigencias de la modernidad y el capitalismo, y las disputas entre las diferentes facciones que intentan imponer al nuevo Papa de la iglesia psicoanalítica, mientras que un puñado de personas que todavía confían en el psicoanálisis como método curativo de sus dolencias emocionales están como rehenes sin saberlo de estas dos espadas que más temprano que tarde habrán de cortar la soga por el hilo más delgado.

Mi querido Doctor Freud, fue también el Señor de los Anillos. Dio a sus discípulos del “comité secreto” sendos anillos, como muestra de la fidelidad que debían guardarle a él y a sus principios. Y sin pensarlo también así inauguró al psicoanálisis como la religión de la burguesía, primero, y de la izquierda, después. Quizá algún día los lacanianos triunfen y se impongan como el único y verdadero psicoanálisis, el camino y la verdad de la vida, y como buenos pitagóricos que intentan ser, acaben con aquellos que rompan con la armonía matemática del universo.

O quizá me equivoque.

Lo único que me gustaría es que el psicoanálisis recobre su fuerza terapéutica y no pierda su fundamento de interpretación de la cultura.

Sea lo que venga, por ahora digamos salud y gracias, mi querido Doctor Freud.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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